Estímulos Fiscales, Gasto Público y  Reforma Tributaria

Estímulos Fiscales, Gasto Público y  Reforma Tributaria

Estímulos Fiscales, Gasto Público y  Reforma Tributaria

Desde la óptica de la economía por el lado de la demanda, los estímulos fiscales son necesarios en tiempos de recesión e innecesarios en periodos de auge: es una regla fiscal. Si en los Estados Unidos no hubiese habido estímulos monetarios, la recesión que se inicio en el 2007 se hubiese convertido en una gran “depresión económica”. Los modelos econométricos de corte Keynesianos (Blinder y Zandi, 2010) indican que la tasa de desempleo hubiese sido mayor al 10% si no se hubieran aplicado los estímulos monetarios.

Por otra parte, el multiplicador del gasto público es mucho mayor en recesión que en tiempo de auge. Sin embargo, los estudios empíricos estiman su valor, casi siempre, en los períodos de prosperidad en lugar de recesión. Por eso los economistas ubicados en la heterodoxia económica debemos apoyar como principio: austeridad en prosperidad y estímulos en la recesión.

Recientemente, hubo un debate interesante con respecto a la reforma fiscal que está en vigencia. Muchos economistas con un discurso de tradición progresista propugnaban por políticas conservadoras, de recortes al gasto público, otros estábamos con políticas de estímulos y de aumento del gasto público de calidad. Sin embargo, el tema se politizó y no se profundizó y conceptualizó el carácter económico del debate.

Sin bien es cierto que el gobierno del ex presidente Leonel Fernández puede ser criticado por la forma en que se asignaron recursos para la ejecución de algunos proyectos de inversión, no es menos cierto que durante el año 2012, la economía necesitaba estímulos fiscales, aun descontando el periodo electoral, para sostener una demanda interna que había sido impactada por la recesión internacional.

Luego vino la reforma fiscal, como mecanismo de recoger parte del enorme déficit creado. Esta reforma, obviamente, impactará en varias direcciones: mejorará las recaudaciones del gobierno; afectará la distribución del ingreso en perjuicio de los sectores de bajos ingresos y de clase media, afectando sus decisiones de gastos; y afectará las decisiones de inversión por parte de las empresas.

No obstante, la economía dominicana tiene una baja presión tributaria, aun considerando que una parte importante de agentes económicos que aportan al PIB no tributan debido a su condición de “informales”. Sin embargo, casi todos los países de América Latina y del Caribe tienen una alta informalidad y en muchos de ellos la presión tributaria es más alta que la del país.

Si el gobierno utiliza de manera eficiente y racional las recaudaciones y mejora la calidad del gasto, es evidente que puede compensar los efectos negativos que tiene la reforma en los sectores de bajos ingresos. En definitiva, esto es una decisión de economía política y de la presión social que se pueda ejercer.

Sin embargo, parece que el gobierno aprendió de la presión ejercida por parte de un sector de clase media, que en los últimos meses ha reclamado austeridad y calidad del gasto. Todo parece indicar que el gobierno le tomó la palabra y ha implantado un nuevo estilo en el manejo del gasto público. Si el gobierno se sigue manejando de esa forma, el impacto del gasto público podría mejorar la distribución del ingreso a pesar de que la economía crecerá a un ritmo mucho menor que en período de Leonel Fernández.

*Director Instituto de Investigaciones Socioeconómicas (INISE).

Facultad de Economía de la UASD



Etiquetas