Están todos

Están todos

Están todos

Matías Bosch Carcuro.

Ya lo sabemos y estamos de acuerdo. Entre los arrestados por el expediente de sobornos de Odebrecht no están todos los que deberían estar.

Resulta impresentable que tras casi seis meses de supuesta investigación en “dos líneas de trabajo” (una interna y otra externa), los nombres que se den sean apenas quince y simplemente los que Odebrecht ha delatado.

Demasiados millones de dólares como para pensar que son tan pocos los involucrados. Denuncias graves que aluden a las extensiones del caso, como es la sobrevaluación de obras, dinero ilegítimo en campañas electorales, han sido sencillamente desdeñadas por la autoridad persecutora.

Pero es importante referirse a otra dimensión del hecho: entre los detenidos hay altísimos dirigentes de los principales partidos que se disputan las contiendas electorales en el país.

Dirigentes de las organizaciones que han gobernado República Dominicana entre 1996 y la actualidad.

El partido de Balaguer queda ausente, por ahora, más que nada porque no ha participado en grande del festín: sus tiempos dorados fueron otros y ya pasaron, aquellos en que surgían decenas de millonarios cada año, gracias a “las obras”, contrataciones y despilfarros del heredero de Trujillo.

Además, ya no participan de la alianza de gobierno. Seguramente lo siguen haciendo hoy, pero en menor escala.

Este dato basta para estremecer al país.

¿Desde cuál de estos partidos se podrá hablar ahora de compromiso con la nación, de servicio público y de lucha contra los problemas estructurales de una sociedad esencialmente injusta? ¿Desde cuál trinchera, desde cuál cúpula se va a invocar ahora confianza y credibilidad?

A partir de este lunes, ha quedado probado que, aunque las detenciones sean selectivas, los partícipes en la corrupción pública son muchos y están todos metidos. Ningún partido que haya gobernado República Dominicana ha estado ausente del carnaval: ni el Partido Dominicano, ni el PRSC, ni el PRD, ni el PLD y tampoco el PRM, extensión del perredeísmo de antaño.

Encima de esto, ante lo sucedido, tanto la dirección del PLD como del PRM, en lugar de salir a repudiar la corrupción, han salido a defender y a defenderse, matices más, matices menos.

Queda confirmado algo que venimos diciendo hace tiempo: que la corrupción es una verdadera red, un motor de acumulación de capital clave en nuestra economía rentista, y los partidos vigentes son grandes empresas, que en esencia ya no se enfrentan ni diferencian.

En República Dominicana, más allá de uno u otro individuo decente, no hay oposición partidista ni en las ideas ni en los principios.

Apenas hay competencia por definir quién parte y reparte el gran bizcocho. Quien quiera hacer patria, pues lea a Simón Rodríguez: “o inventamos o erramos”.



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