Todo el que ha estudiado algo de ciencias políticas sabe distinguir entre Estado y Gobierno. Yo lo aprendí con Juan Bosch.

El Estado es el aparato que sirve para dirigir la sociedad en su conjunto. Su control por una clase social define su naturaleza e intereses.

El Gobierno es el equipo de hombres y mujeres que dirigen el Estado, en nuestro caso, por delegación del pueblo dominicano.

Un estadista es el gobernante que al actuar piensa en el interés del Estado y no en los intereses del partido gobernante.

Danilo Medina es presidente por segunda ocasión con la tasa más alta de delegación electoral en toda la historia dominicana, más de la alcanzada por Juan Bosch en 1962.

Es un capital político de gran importancia que debe saber invertirlo y lo idóneo es que lo gestione como Estadista, no como cabeza de una facción.

Legítimamente la oposición y gran parte de la sociedad civil tienen reservas de la manera en que se plantea escoger los miembros de las Altas Cortes, incluida la Junta Central Electoral, ya que tenemos un traumática experiencia de escogencias amañadas, incluidos los que hoy reclaman cuando era gobierno.

Medina debe pensar como Estadista y consolidar la democracia, usando su sólida aprobación presidencial. Merecemos árbitros que brinden confianza a toda la sociedad, incluso más allá de los partidos políticos.

La democracia es un asunto de Estado, no de Gobiernos. No es hora de demostrar tigueraje, sino de actuar como hombre de Estado. Necesitamos estabilidad democrática si queremos progresar.