Esperemos sentados ese veredicto

Esperemos sentados ese veredicto

Esperemos sentados ese veredicto

Los restos de Juan Sánchez Ramírez reposan en el Panteón Nacional debido a que ese emblemático mausoleo está dedicado a honrar a los héroes de la patria, y no porque el prócer de la llamada Reconquista luchara por la independencia, pues por el contrario, tras vencer a los franceses aplastó el movimiento independentista de Ciriaco Ramírez, proclamó a Fernando VII en la Junta de Bondillo de 1808 y reincorporó a la monarquía española lo que pudo haber sido un Estado libre y soberano.

¿Qué motivó la firme oposición del hatero de Cotuí al proyecto liberal y nacionalista de Ciriaco Ramírez, líder de la revolución que estalló en Azua contra la presencia colonial francesa legitimada por el Tratado de Basilea de 1795? Ciriaco Ramírez motorizó su causa gracias al apoyo económico y el armamento que recibió del presidente haitiano Alexandre Pétion para expulsar a los franceses y crear un nuevo Estado estrechamente ligado al suyo, versión sustentada por el historiador Emilio Cordero Michel en su ponencia sobre el primer intento independentista criollo, publicada en la revista Clío, número 180 del año 2010, de la Academia Dominicana de la Historia.

Juan Sánchez Ramírez sabía que Pétion fue uno de los veintidós generales que firmaron la constitución imperial haitiana de 1805, que en su artículo primero declaraba que “el pueblo habitante de la noble isla llamada Santo Domingo” había decidido formar el Imperio de Haití.

Significa, que la doctrina de la única e indivisible corría como sangre vital por las venas de Pétion como de toda la oficialidad haitiana, cuyas destreza y determinación estaban por demás patentizadas por su contundente victoria sobre las tropas napoleónicas pocos años antes.

De modo que los niveles de vulnerabilidad eran bien elevados, pero además, pervivía el recuerdo de la oleada criminal que en abril de 1805 llenó de luto al Cibao durante la retirada de Henri tras el frustrado cerco a la capital, y de la traumática unificación impuesta por Toussaint en 1801 bajo un gobierno insular único del que también fuera parte Pétion. Solo trece años después, la ocupación de Boyer en 1822 a causa de la independencia proclamada por Núñez de Cáceres, validaría la premisa de que también en 1808 Haití pudo haber capitalizado la de Ciriaco Ramírez, cuando para entonces ya Boyer era el más cercano colaborador de Pétion.

Ahora bien, puesto que Ciriaco Ramírez fue el prócer precursor del ideal independentista dominicano y Juan Sánchez Ramírez el oponente que lo enfrentó e incluso lo envió prisionero a Puerto Rico donde fue juzgado y condenado por objetar su proyecto colonialista, nos preguntamos si por ese motivo procede desalojar del Panteón Nacional al héroe de Palo Hincado y quitarle el nombre a la provincia, calles y plazas homónimas designadas en su honor. A una propuesta semejante le daríamos un no rotundo y categórico. ¿Por qué?

Ah, sencillamente, porque el Panteón Nacional no es un mausoleo exclusivo de los próceres independentistas defensores del sistema republicano, sino un recinto consagrado a los héroes de la Patria, que también le corresponde a Juan Sánchez Ramírez de interpretarse que su decisión evitó lo que ocurriera luego en 1822, y que primara en él la intención de preservar los elementos fundacionales de la patria, que no son otros que el territorio, el idioma, la cultura y las costumbres que la definen.

Siendo esos los vínculos comunes determinantes del sentimiento de identidad de los pueblos, y considerando que frente a la disyuntiva de ser franceses o haitianos, sin serlo, Sánchez Ramírez optó por garantizar la hispanidad ancestral impregnada en el tejido psicosocial de los dominicanos de su época, el patriotismo no se discute.

De suerte que, de concedérsele al héroe de Palo Hincado algún mérito patriótico, sería por haber concebido la Patria como una categoría sentimental muy sublime al amparo de un esquema colonial afectivamente vinculante, y puesto que no creía en una república independiente, tendríamos que esperar que algunos de nuestros historiadores, siendo coherentes con ellos mismos, lo sentencien a salir del Panteón Nacional junto a la primera espada de la independencia a quien ya han condenado, decretando además eliminar su nombre de la provincia Juan Sánchez Ramírez y de las calles homónimas que lo honran, pues de no hacerlo, tendrían que descargar y declarar inocente al Libertador.

Esperemos sentados ese veredicto.



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