Jorge Delhon, un abogado que trabajó en la jefatura de gabinete durante el gobierno de Cristina Fernández, en Argentina, se suicidó hace unos días lanzándose sobre un ferrocarril, tras ser mencionado por tres vinculados como cómplice del mayor caso de corrupción en el fútbol sudamericano, durante un juicio que se ventila en una corte de Nueva York.

Uno de los que lo asocian declaró que entre 2011-14 pagó millones de dólares en sobornos a Delhon y a Pablo Paladino, excoordinador del programa gubernamental Fútbol para Todos, a cambio de los derechos de transmisión de partidos de la segunda división.

Tras esa decisión queda claro que el fenecido estaba íntimamente vinculado, porque nadie toma una decisión tan drástica si se entiende inocente.

Pero al mismo tiempo, ese caso es una muestra de que Delhon tenía algún tipo de consciencia sobre las consecuencias que generan la corrupción y la estafa.

Sería interesante que mucha gente en otras sociedades, incluida la nuestra, tomen decisiones como las del exfuncionario argentino, como una forma de “limpiarla” de tantas lacras, porque la nuestra está plagada de corrupción, robos crímenes y fraudes sin que sus protagonistas tengan ningún tipo de consecuencias.

Por suerte, el deporte en términos generales se ha manejado en el país con cierta moderación administrativa, siendo el llamado turismo deportivo el que más ha conllevado a gastos superfluos.