¿Es malo imitar lo bueno?

¿Es malo imitar lo bueno?

¿Es malo imitar lo bueno?

Siempre se ha dicho que imitar lo bueno es de sabios, aunque las imitaciones nunca sean el camino más expedito para alcanzar el éxito en una responsabilidad, una jornada o un compromiso colectivo particular, empresarial o de Estado.

Al entrar la tercera semana del mes de junio del año en curso, una de las pocas informaciones agradables que leímos, oímos y recibimos fue el anuncio del Gobierno sobre su decisión de disponer de unos mil 500 millones de pesos para poner en marcha un programa destinado a conseguir una “Dominicana Limpia”.

Esto es alcanzar el nivel de muchas naciones desarrolladas y en vía de desarrollo de ser un ejemplo de higiene y de limpieza.

Pero conociendo la sociedad en que vivimos, lograr este propósito es una tarea harto difícil, si no se toman las medidas de rigor para lograrlo con una decidida carga de voluntad para que así sea.

¿Por qué no imitamos a París? La capital de Francia es la ciudad con la mayor y más sofisticada planta incineradora de basura, pero los resultados positivos de esta inversión están básicamente en la educación y concienciación de la gente para que aprenda a clasificar los desperdicios y a no ensuciar las calles en que viven y la ciudad que los alberga. ¡Si aquí ocurriera eso!

Pero la Ley 64-00 que crea regulaciones especiales sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales también considera como suciedad la contaminación sónica, las aguas residuales, la depredación boscosa y el irrespeto a las más elementales normas de urbanidad y de buenas costumbres y nada de esto sancionan las autoridades, porque no han sido formadas al respecto.

El perifoneo en las calles y la venta de productos comestibles sin regulaciones en unidades sin higiene es la constante en la doble contaminación, la venta en poncheras a la cabeza (voceando), de cocos de agua, frío frío, caña y jugo, frutas en los semáforos, la arrabalización de calles, aceras, contenes y espacios públicos, han vuelto por su fuero y ninguna medida nacional ni municipal se pone en marcha para evitarlo.

¿Cómo podemos alcanzar una república limpia si no comenzamos a eliminar los verdaderos focos de desechos sólidos, de basura, de aguas residuales y de la más perversa contaminación ambiental, si no imitamos a las naciones que han tomado la determinación de vivir en mejores condiciones de higiene y de salud? Por Dios. Imitemos lo bueno.



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