En los últimos días han coincidido una serie de hechos que unidos mandan un mensaje terrible a la sociedad en su conjunto, pero muy en especial a nuestros jóvenes.

Hemos visto como criminales del más alto nivel han logrado librar sus fortunas y hasta han adquirido ciertos niveles de “notoriedad pública”.

Casos como los de Quirino Paulino Castillo, Ernesto Guevara Díaz, Antonio del Rosario Puente y muchos otros más, debieron constituirse en ejemplo de que el crimen no paga y que quien delinque termina derrotado, abatido y con la pérdida de todos sus bienes materiales.

Igual debiera hacerse con casos emblemáticos de enriquecimiento ilícito tanto por corrupción administrativa en el sector público como por la evasión fiscal en el sector privado.

Pero tristemente hasta ahora esos casos solo han servido, con las acciones cómplices del Estado, para enviar el errado mensaje de que esos casos son “patrones de éxito”.

Como si la intención fuera humillar más a las personas decentes y trabajadoras de este país, ahora el Poder Ejecutivo se destapa con poner en “retiro forzoso” por “antigüedad en el servicio” a los oficiales superiores de la Dirección Central Antinarcóticos de la Policía Nacional (Dican) acusados de robarse y vender 950 kilos de cocaína.

Con estos ejemplos, algunos de ellos provenientes desde el Estado mismo, se están mellando los cimientos de la sociedad.
Hay que parar ahora, antes de que sea tarde.