En el mundo de las diferencias

En el mundo de las diferencias

En el mundo de las diferencias

Sin importar qué tan diferentes entendamos que somos, nuestras acciones van encaminadas en la creencia de que lo que nos afecta a nosotros afecta a los demás de la misma manera.

En el día a día y en nuestra limitada forma de ver las cosas, cometemos el error de pensar que los demás leen nuestros pensamientos porque nos conocen hace años; que saben cómo nos sentimos, porque compartimos hace mucho tiempo o hemos compartidos cosas e intereses en determinado momento; y que tienen el deber de identificar lo que nos pasa porque dejamos un camino de migajas para comunicar lo que nos afecta y molesta.

No son uno ni dos los que pensamos que, de manera “telepática”, los que nos aman conocen el enmarañado mundo de nuestros pensamientos y sentimientos, aunque nunca nos hayamos tomado el tiempo de comunicarnos, a lo que se le agrega que -muchas veces- nosotros mismos no logramos conocernos en toda la extensión de la palabra.

Cada libro que he leído sobre relaciones -personales, familiares, profesionales y sentimentales- afirma que estas se sustentan en la comunicación, en lo que decimos y cómo lo decimos.

En no quedarnos callados cuando algo nos molesta y en expresar lo que sentimos, todo bajo el manto del respeto y la amabilidad, pues para decir las cosas no tenemos que alterarnos ni ofender al otro, aunque es difícil lograr esto.

Es tiempo de entender que vivimos en un mundo de diferencias… y que estas las deberíamos crear nosotros al valorar las de los demás y ejercer con devoción nuestra gran capacidad de comunicación, no dando por sentado que el otro debe comprendernos.



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