Con la apertura del año escolar en las escuelas públicas y los colegios privados se inicia la etapa de mayor expectativa del país.
No solo implica el regreso de los estudiantes a las aulas. Ese acontecimiento envuelve a toda la sociedad en su conjunto y se traduce en el gran compromiso que tenemos todos con un modelo educativo que tiende hacia un desarrollo nacional.
El lunes empieza la semana, pero también constituye un día de grandes retos familiares, que envuelve a los estudiantes como los primeros beneficiados, a los padres, responsables de enviar a los niños y jóvenes a las escuelas; y de manera particular, a los maestros.
Se trata de un colectivo de hombres y mujeres profesionales que abrazaron, con una férrea confianza en el porvenir, la causa del magisterio.
La escuela ahora cuenta con un plan de estudios que implica una jornada escolar extendida, y que ayuda a fortalecer las necesidades de aprendizaje de los estudiantes.
De manera que tanto las autoridades del Ministerio de Educación, los maestros y los estudiantes forman un conjunto que tiene su razón de ser en el aprovechamiento del calendario escolar desde el primer día.
El orgullo de un padre está en el hijo que estudia. La satisfacción de un país está en los ciudadanos que apuestan a un mejor futuro. En la escuela están las oportunidades de cristalizar todas las aspiraciones de desarrollo.
La asistencia masiva en el primer día de clases es la primera tarea moral y de responsabilidad de los padres; y también constituye la primera tarea y el más importante compromiso con sus hijos.
