Emely: educación sexual y respeto a la vida

Emely: educación sexual y respeto a la vida

Emely: educación sexual y respeto a la vida

Carlos Salcedo.

Una de cada tres mujeres en el mundo ha sido víctima de alguna agresión física o sexual (Informe ONU, 2017). En Latinoamérica los casos de feminicidios siguen siendo un parámetro socio cultural que en sociedades modernas no pueden seguir sucediendo.

En nuestra región diariamente mueren 12 mujeres. República Dominicana, el Salvador, y Honduras son los países que registran la mayor cantidad de casos.

De los 43 casos de feminicidios conocidos este año más de un 80 % son íntimos (Procuraduría General de la República 2017), en particular la muerte reciente de Emely que, al igual que las ocurridas en La Vega y San Cristóbal, ha impactado tanto a la sociedad dominicana.

Nuestro apoyo colectivo se ve reflejado en una población que dice basta a este tipo de conductas criminales.

Las cifras ponen en cuestionamiento las políticas públicas: en promedio 102 muertes al año en nuestro país por delitos de género y violencia (CEPAL 2016).

La violencia contra las mujeres, adolescentes y niñas se sustenta en una discriminación basada en el género, normas de comportamiento y estereotipos sociales que perpetúan esa violencia.

El efecto que la violencia tiene en las mujeres, la familia y la sociedad en su conjunto es devastador, ya que personas productivas son brutalmente asesinadas y parece que los aun limitados esfuerzos se centran en las respuestas y servicios para los familiares de la víctima que piden justicia.

Para poner fin a la violencia contra la mujer se debe evitar primero que suceda. Debemos ir a la raíz del problema y sus causas estructurales.

La prevención debe comenzar temprano en la vida, educando y trabajando con muchachos y muchachas jóvenes para que promuevan relaciones respetuosas y la igualdad de género. Esto comienza en el seno de las familias, escuelas, organizaciones del Estado y sin fines de lucro que buscan erradicar de nuestra sociedad este tipo de conductas.

Las intervenciones del Estado no deben pasar por alto la educación de niños, niñas, adolescentes y jóvenes en la cultura de paz y de respeto al otro, pues son etapas críticas en las que se forjan valores y normas en torno a la educación sexual y reproductiva, igualdad de género y respeto a la integridad corporal y a la vida.



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