El sepulcro vacío

El sepulcro vacío

El sepulcro vacío

¿Qué es la vida? Una ilusión,

una sombra, una ficción,

y el mayor bien es pequeño;

que toda la vida es sueño,

y los sueños, sueños son.

Como todo el mundo ha de saber, los versos que preceden son la parte final del  exquisito y profundo poema “La vida es sueño”, de don Pedro Calderón de la Barca.

Me vienen a la memoria con motivo del merecido homenaje rendido al coronel Francisco Caamaño Deñó y la discusión suscitada en torno a si deben hacerse o no las pruebas de ADN a sus supuestos restos.

Me pareció inteligente la disposición de reservarle a esos restos, mientras se dilucida la cuestión de su autenticidad, un espacio vacío en el Panteón de la Patria, junto a los próceres de la nacionalidad.

Porque para mí lo más importante no es saber si tales cenizas corresponden a determinado personaje, sino reconocer sus hazañas y copiar los principios que lo motivaron para la realización de sus sueños dominicanistas.

Los versos de Calderón vienen como anillo al dedo: basta con que soñemos que Caamaño ya está en el Panteón, con cenizas o sin cenizas. Su grandeza descansa precisamente en lo que él y nosotros defendimos.

Loor a nuestros sueños.



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