El rol que me complementa

El rol que me complementa

El rol que me complementa

Escribir sobre mis hijos, del amor que les profeso y del que recibo de ellos es, sin duda, una de las mayores satisfacciones que me da la profesión que he elegido desempeñar.

Ayer celebramos el Día de las Madres y, cada vez más, me asombro de cómo nosotros mismos hemos convertido estas 24 horas en una de las celebraciones más comerciales que marca el calendario, acompañada en su hermandad con Navidad y San Valentín.
Y es que desde que termina una de estas fechas, empieza el bombardeo comercial de la que le sigue por parte de las tiendas y marcas… y el círculo se va cerrando y nos vamos automatizando, olvidándonos de la verdadera razón de esta celebración, donde muchos obligamos a nuestros seres queridos a demostrar su amor a través de un regalo.

Y yo me pregunto, por qué exigir una recompensa de un rol que nos llena de satisfacción; por qué pensar que nos merecemos todo tipo de obsequios por brindar nuestro amor incondicional a esos seres que nos proporcionan la alegría más grande: la de ser mamá.

Siempre he creído, mucho antes de convertirme en madre, que los 365 días del año son para demostrar lo que sentimos a los seres que amamos con esos pequeños detalles que se hacen grande porque salen del corazón.

Me pueden decir cursi o idealista si quieren, pero ningún regalo material puede compensar mis horas de desvelos, mis constantes preocupaciones por el bienestar de Oliver Ernesto, Gabriel y Francis Manuel, las largas jornadas de trabajo, porque mi meta es ofrecerles la mejor educación y formación que pueda darles y cubrir sus necesidades básicas sin lujos ni pretensiones banales.

De lo que sí estoy segura es que mis mejores regalos los he recibido cuando me dicen constantemente que me aman, sin tener que exigirlo, cuando me abrazan sin motivo aparente, cuando me llaman o escriben solo para preguntarme cómo estoy, cuando les hablo y ellos atienden y entienden, cuando llego tan cansada que dejo la luz encendida de mi habitación y ellos bajan y la apagan, cuando se ponen de acuerdo para que sus salidas no importunen mi agenda … esos pequeños detalles son los que realmente me dicen que me aman y son los mejores regalos que puedo recibir, no un día en específico, sino los 365 días del año.



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