Cada cierto tiempo los mismos delitos y las mismas mafias se ponen de moda y ocupan los titulares de las páginas de los periódicos.
Esta vez tenemos, como si se repitiera, el robo reciente de mercancías cometido en el depósito 16 de la terminal de carga del aeropuerto Las Américas.
Hay personas detenidas para ser interrogadas por oficiales de la Dirección Nacional de Investigaciones Criminales (Dicrim) y del Departamento de Inteligencia de la Dirección General de Aduanas. El desenlace de ese proceso se conoce.
Sucederá igual que otros procesos, y con el tiempo, muchos de los detenidos son despachados a su casa; y se olvida el caso.
¿Qué queda? ¿Qué se dice? Queda la confirmación de que todavía no hay una seguridad blindada en las aduanas; y se dice, con sobrada razón, que aún estamos a expensas del robo sin castigo; y que una cantidad de empresarios y comerciantes, así como turistas y dominicanos que viajan regularmente pueden ser víctimas del robo, sin que nadie responda por los artículos o mercancías perdidas.
Ante lo ocurrido podemos comprobar que República Dominicana sigue perdiendo credibilidad; y que hay mucha vulnerabilidad en los depósitos de mercancías de los aeropuertos.
Además que no hay una vigilancia eficaz, y que las personas que se contratan para trabajar en dichos lugares se asocian para delinquir.
No somos un país aislado. Todo lo que se hace se conoce en el mundo; y las acciones de esta índole terminan por minar de manera sensible el turismo, una de las fuentes de ingresos sanas con que todavía cuenta el país, y que deberíamos cuidar más.
