El caos del tránsito en nuestras grandes ciudades se expande de una manera preocupante y crea situaciones que se salen ya del control habitual que pueden imponer los agentes del área en las calles.

El Poder Ejecutivo y los ministros de diversas carteras, así como funcionarios de segunda línea y organismos a cargo del ordenamiento del transporte están de acuerdo que el problema no se resolverá con medidas cosméticas.
El parque vehicular, tanto público como privado, crece a diario.

Eso significa que, a medida que pasa el tiempo la inversión se agranda en acciones y cantidad. La presente administración, igual que la pasada, ve en las líneas del metro un desahogo de las calles a corto y largo plazo. Pero ya se nota cierto hacinamiento en los vagones del metro, y deterioro de algunas estaciones, debido a que la cantidad de pasajeros se ha multiplicado sin que se produzca el enganche de un nuevo vagón al servicio y el mantenimiento adecuado.

Al menos tenemos la esperanza de que hay comisiones, impuestos especializados y planes encaminados para solucionar el problema. Algo de lo que se habla siempre que se presentan en vistas públicas y luego volvemos al punto de la espera por su ejecución. Eso define a la sociedad dominicana: la gran capacidad de espera para ver una solución a los problemas más sensibles. Confiemos en que habrá una verdadera solución en los próximos dos años.