El PRD; nostalgia y nuevos actores en la democracia electoral dominicana

El PRD; nostalgia y nuevos actores en la democracia electoral dominicana

El PRD; nostalgia y nuevos actores en la democracia electoral dominicana

Nuestra Constitución consagra la libertad de asociación con fines lícitos y también la libertad de reunión así se expresa en los artículos 47 y 48. Los partidos políticos son asociaciones de ciudadanos que persiguiendo un fin común deciden aunar esfuerzos y participar juntos en un encuadramiento ideológico-programático, al amparo de la democracia interna y la transparencia. Sus miembros participan en condiciones de igualdad, para proponer candidaturas de elección popular,  tomar el poder político y controlar el Estado en una sociedad.

Los principios rectores de nuestra Carta Magna planteados sobre el tema implican fortalecer la democracia, formando ciudadanos conscientes para manifestar su voluntad de manera libre, sirviendo al interés nacional, buscando el bienestar colectivo y el desarrollo integral del pueblo dominicano.  Un partido político es una persona jurídico-moral con vida propia e independencia de criterio, pero sometida la marco general regulatorio de la constitución,  las leyes, decretos y reglamentos que acogido internamente,  por los estatutos de la organización tienen que respetarse.

  Si todas las personas son iguales ante la ley y solo se diferencian por los talentos y virtudes, todos los partidos también son iguales,  solo se diferencian, en su doctrina y por la cantidad de votos electorales que reciben, cuando se someten al escrutinio público, proponiendo candidaturas, para buscar un mandato de poder, en una demarcación especifica o de todo el territorio nacional.

  Todo nace pequeño, en proporción al tamaño que toma luego de su desarrollo,  a veces nacer grande no es ventaja. Hay enfermedades propias del gigantismo; la macrocefalia y la elefantiasis son de las más me impresionan.

  El volar etapas, puede conllevar  a no vivir la infancia, tan importante para la fantasía como para las ilusiones y los miedos, que  se sufren pero también se disfrutan.

    Los partidos políticos pequeños tienen la virtud, de las piedras, siempre en el rio y no se ahogan, ni se mueren de viejas.  Hay partidos “emergentes” sumergidos, con más de 40 años y siguen ahí, como el hombre del anuncio. Por esto la gran necesidad de una Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas.

  Ahora estoy convencido que los partidos grandes, tienen posibilidad de morir más fácil; porque juegan el suicidio y a la mutación, el PRD puede decirse, sin lugar a dudas, es el partido más grande.  Nació en el exterior allí fue pequeño y sin infancia local, llegó  grande,  en su primera prueba de fuego electoral barrio con casi el 60% de los electores.

  El partido Reformista, tomó el poder como por asalto en su primer intento, y con las mañas de un malo lo retuvo a sangre y fuego, en los famosos 12 años.

  El PRD en ese fragor de lucha y golpeo electorero, muto al PLD.  El Partido Revolucionario entonces, se volvió un sentimiento cuasi obsesivo, se salió de su marco y se impregnó  en toda la sociedad, como la hiedra, para ser perredeista, basta  confesarlo, eso solo se cuestiona si alguien se molesta, por tu incidencia partidaria de coyunturas.  Otras mutaciones trajeron al BIS, al PRI y varias sanguijuelas más.  En el próximo paso no se sabe que traerá la cesárea.

  Los reformistas del estado comatoso, pasaron con tanque de oxigeno por cuidados intensivos y para la calle, aún en silla de ruedas, aspiran a correr el maratón.  El PLD en un lento proceso de pérdida de apoyo social se mantiene coherente, apretando el abdomen con una faja.

  Aquí toda persona que echó dientes en la década del 1960 y 70 y el que no fue trujillista furibundo, en algún momento fue perredeista o le simpatizó ese partido.  Pero militar en el PRD es un suplicio. Sus dirigentes se obnubilan, se enredan en su propio pelambre y se vuelven incapaces de construir una mayoría electoral. Es casi  cultural que el PRD gane unas elecciones,  cuando el pueblo se canse de los otros. Así no, al país le hace falta ese partido, que fue el principal instrumento de lucha la democratizadora, en el pasado, pero su dirigencia da asco. Tendrá que levantarse toda la sociedad como un clamor y fumigarlo. Renacerá sano como el ave fénix, para ser el baluarte, contrapeso de la democracia electoral dominicana.  ¡Cuánta grandeza popular en manos de dirigentes amargados y fuera de actualidad!  Faride Rafúl, Wellington Arnau, José Paliza, David Collado. Emprendan, hagan algo, que si no pito me asfixio. ¡Ya, ya, ya está bueno!  



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