En el país, por lo regular, cuando se produce un cambio en un ministerio, una cartera o institución descentralizada, lo primero que anuncia el nuevo incumbente es el diseño de un plan nacional.

Resultan incuantificables los planes del Ministerio de Interior y Policía. Todos diseñados, bautizados y rebautizados con diferentes nombres para hacer frente a los altos niveles de inseguridad ciudadana y la ola de violencia que se vive en las calles del país.

Contamos con el anuncio de “planes nacionales educativos” dirigidos a que la ciudadanía aprenda no tirar basura en las vías y espacios públicos. Un plan que incluye, incluso, sanciones económicas en los casos de ciudadanos reincidentes.

Desde hace varios años preocupa el gran número de armas de fuego que se encuentran en manos de civiles. Hay propuestas y reclamos para que surja un plan nacional que controle este problema tan acuciante.

Una mirada objetiva nos hace ver que el problema no está en la falta de planes nacionales.

Con planes contamos; y de diversa índole. De lo que adolecemos en el país es de una cultura de seguimiento institucional a todos los niveles en las diversas instituciones del Estado. Lamentablemente.