El linfedema puede aparecer luego de realizarse mastectomía

El linfedema puede aparecer luego de realizarse mastectomía

El linfedema puede aparecer luego de realizarse mastectomía

Muchas veces, las personas que padecen cáncer de mama y se realizan una mastectomía (extirpación de la mama) piensan que el proceso ha terminado.

Sin embargo, posterior a los tratamientos, pueden aparecer signos o síntomas de una afección que deteriora su calidad de vida. Se trata del linfedema.

¿Qué es?

¿Sabía que es frecuente que las mujeres que se realizan una mastectomía y un vaciamiento axilar (es decir, la extirpación de los ganglios linfáticos de la axila) pueden padecer un linfedema?

El linfedema es la h cuando el volumen de esta excede la capacidad de drenaje, provocando una hinchazón.
Este suele suceder a nivel de una extremidad, pero puede surgir en la cara, el torso o los genitales, según explica la doctora Gaelle de Campos, fisiatra del Cedimat.

La especialista explica que el sistema linfático es una gran red de vasos y ganglios linfáticos que transporta la linfa por todo el cuerpo, teniendo la función de protegernos frente a las infecciones, así como eliminar los desechos del organismo antes de volver al torrente sanguíneo.

Cuando existe una alteración en el transporte de la linfa, es cuando ocurre el linfedema.

La alteración en el sistema puede ser primaria (nacemos con ese defecto) o secundaria (provocada por alguna agresión al sistema, como sería un traumatismo, cirugía, tumor), siendo este último el relacionado al cáncer de mama, el cual también es conocido como “linfedema postmastectomía”.

“En el tratamiento del cáncer de mama, tanto la cirugía como la radioterapia, pueden afectar los ganglios linfáticos de la axila, lo que conlleva a un aumento del tamaño del brazo, efecto de la acumulación de la linfa”; de esto y otros tipos de rehabilitación en pacientes con cáncer tratará la especialista en la décima sexta Jornada Médico Científica Dr. Juan Manuel Taveras, la cual realizará el Cedimat este fin de semana.

Su incidencia

La doctora Gaelle de Campos destaca que la incidencia de esta afección ha disminuido gracias al diagnóstico temprano y a la técnica del ganglio centinela, sin embargo sigue apareciendo en un 20-30 por ciento de los casos.

La detección

El linfedema pasa por varios estadios, que van desde una inflamación no visible hasta una fibrosis que torna la piel dura, leñosa y arrugada.

Su diagnóstico se hace mediante distintas mediciones (circometría) a nivel del miembro afectado, por parte de un médico fisiatra especializado en el área.

La experta recomienda que después de una mastectomía visite un especialista en linfedema a fin de monitorizar y detectar esta posible condición.

Tratamiento

“Si bien es un hecho que en la actualidad aun no existe una cura para el linfedema, una detección a tiempo aumenta la probabilidad de que el tratamiento sea eficaz”, aclara. La galena comenta que hoy en día el tratamiento más efectivo para el linfedema ya establecido es la terapia descongestiva compleja (TDC).

En el tratamiento, la primera fase (Intensiva), incluye drenajes linfáticos manuales, acompañado de vendaje multicapa de baja elasticidad; ejercicios pautados y cuidados personales.

Esta etapa suele durar varias semanas, pues son sesiones diarias y deben ser realizadas por un personal especializado.

El objetivo de esta fase es obtener el mayor grado de desinflamación de la extremidad afectada.
Posteriormente, en una segunda fase (Mantenimiento), los pacientes deben utilizar prendas de compresión (mangas a la medida, prescritas por un especialista).

Controlar la inflamación, sin complicaciones

Es importante realizar algunos ejercicios, cuidados personales y seguimiento médico para lograr controlar la inflamación y evitar complicaciones.

El linfedema puede desarrollarse en cuestión de semanas, meses o muchos años después del tratamiento, sin embargo, en el 75 % de los casos surge durante el primer año y medio tras la cirugía.

Dado que la inflamación no ocurre de forma brusca, existen signos y síntomas que ayudan a detectarlo precozmente.

– Sensación de pesadez, hormigueo o dolor a nivel de la extremidad.
– Cambios en la textura de la piel, más tensa o dura, tirantez de la piel.
– Menos movilidad de las articulaciones adyacentes (hombro, mano o muñeca).
– Ropa que queda de repente más apretada de un lado.
– Sostén queda más ajustado o no queda igual que antes.
– Dificultad para ver las venas o los tendones de la mano, nudillos menos pronunciados.

Medidas que pueden disminuir el riesgo

Consejos. Existen medidas preventivas para disminuir el riesgo de desarrollarlo, así como evitar que empeore.
Realice ejercicios básicos para favorecer el flujo linfático y mantener el rango de movilidad de las articulaciones adyacentes.

Evite ejercicios vigorosos y de alto impacto para el miembro afectado.

Hidrate la piel a diario (crema con Ph neutro), evada irritantes.
No se exponga a temperaturas extremas (baños de sol y saunas).
Evite traumatismos, arañazos o picaduras de insectos.

Use guantes en las actividades que puedan lesionar la piel (cocina, jardinería, productos fuertes de limpieza).

Rechace el uso de prendas que compriman.



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