La mediación en si viene de la comunidad, ya que en la comunidad la gente comparte y no solo eso, sino que interviene como un tercero en los conflictos entre los vecinos.

Los vecinos son en sí amistades que comparten sus alegrías, tristezas, juegos, diversión y enfermedades y por qué no compartir los conflictos, claro que sí. Pero siempre lo hacen a alguien en particular no a todos en general.

Es decir, que los vecinos tienen entre ellos a una persona que le escucha y a la vez le ayuda de resolver situaciones familiares (hijos, pareja, sobrinos, tíos, padres, etc.), y les ha favorecido en toda su vida porque cambiar.

La gente se abre a alguien que le garantiza confidencialidad en sus asuntos privados, pero a la vez le ayuda a solucionar sus dificultades, sin tener que agrietar las relaciones entre personas.

Para ese tipo de mediación vecinal o comunitaria, se requiere que la persona que realiza esa función tenga el liderazgo suficiente para poder lidiar con las situaciones de la comunidad, principalmente credibilidad y sobre la base de la confianza en esa persona.

Desde el surgimiento de la mediación comunitaria uno de los principios fundamentales es la personalidad de la persona mediadora y en cierto modo el poder que tiene escuchar a las personas sin prejuicio, tal vez sean lo más importante.

En mediación no todo es relativo, se inserta todas las posibilidades en base al dialogo y las opciones que plantean las partes en la mesa o en las sillas o puede ser hasta debajo de un albor, pero con criterios bien definidos.

Claro, esa mediación requiere una formación base, para ir dando una profesionalidad al tercero imparcial escogido por las mismas partes en conflictos.