Contrario a lo que piensan muchos amigos míos creo que el PRD debería desaparecer. 

Su función histórica ha concluido hace tiempo y  lo que representa en la actualidad es la amalgama desordenada de apetencias personales, sin ordenamiento institucional, más centrado en instintos que en razones, de unos pocos miles de dirigentes y más de un millón de seguidores.

No son capaces siquiera de establecer quiénes son miembros de su partido y muchos menos quienes son los dirigentes de sus masivos órganos de dirección.

El caos fue la norma en su selección de candidatura para estas elecciones, dejando en manos de millones de ciudadanas y ciudadanas, sin vínculo con el PRD, la decisión de quien era su candidato.

El resultado fue el peor posible y dicho candidato fue destruyendo, día a día, semana a semana, su ventaja inicial.

Se cultivó con esmero desde el grupo del candidato la exclusión radical del Presidente del PRD, llegando a extremos cuasi-criminales.

Ahora, con una derrota que únicamente se justifica en ellos mismos, han comenzando una guerra intestina, con la expresa finalidad de romperse en dos o tres partes.

Si recordamos el famoso juicio de Salomón, definitivamente el PRD no tiene ninguna madre, y no les importa a quienes dirigen sus facciones descuartizar el niño en mil pedazos.

La sociedad dominicana merece una fuerza política de mayor calidad y capaz de servir en estos momentos como oposición inteligente, democrática y constructora de espacios de diálogo. No lo será el PRD, no tiene como serlo.