Hablemos de eclipses. Aunque al de ayer se le ha dado más publicidad que al último estreno de Hollywood, un eclipse solar es un fenómeno «corriente», que se registra cada dos o tres años, aunque regularmente es visible «en medio de la nada» como el Pacífico Sur o la Antártida.

El fenómeno de este lunes 21 de agosto tuvo de especial que cruzó de costa a costa todo Estados Unidos, y como esta gran nación es algo así como el «centro del universo», las agencias de noticias le prestaron una atención inusual.

Pero en términos sencillos podemos decir que un eclipse solar total ocurre cuando la Luna pasa entre la Tierra y el Sol y bloquea por completo la luz solar. La Luna arroja una sombra sobre nuestro planeta por unos minutos.

Pese a lo efímero del acontecimiento no deja de llamar la atención de gran parte de los habitantes del planeta, a la vez que constituye una lección contundente de cómo hasta el Astro Rey puede verse ensombrecido cuando un cuerpo opaco se interpone entre este y quien le observa.

¿Pueden los políticos dominicanos entender eso? Quizá no, pero deberían.

Veamos: Aunque la preocupación venía de antes, es a partir de que estalla el escándalo Odebrecht, que salpica a políticos y legisladores oficialistas y algunos opositores, cuando el tema corrupción y la demanda por cese de la impunidad pasa a ser la principal preocupación de los dominicanos.

Decenas de miles de personas salieron a las calles el 22 de enero pasado en la denominada Marcha Verde contra la impunidad. Desde entonces el movimiento ha venido «in crescendo».

De nada han valido los esfuerzos del Gobierno, primero por desacreditar la acción, sembrar cizañas entre sus dirigentes, y pretender que no le afecta en nada el reclamo de la sociedad para que se castigue a los corruptos.

Los estrategas del Gobierno olvidan que aún si asumiéramos como cierto todos los datos oficiales sobre el crecimiento económico, la entrega del 4% del PIB a Educación, las visitas sorpresas, la estabilidad de la moneda, etcétera, el tema de la corrupción es «la mancha indeleble» de este y los gobiernos anteriores, y que ya la gente se cansó de aguantar.

De modo que, salvando las distancias siderales entre una cosa y la otra, podemos comparar el eclipse de ayer con el tema de la corrupción y su madrina la impunidad.

Gran parte de la sociedad, incluidos dirigentes del PLD, consideran que la actual gestión de Gobierno ha estado opacada por un gran eclipse llamado impunidad.

Hasta ahora se trata de un eclipse total, pese al esfuerzo de tirar al agua a un par de gatos expiatorios, pues no se toca ni por asomo el fondo de la cuestión.

Del Presidente depende que al final de su gestión podamos decir que el eclipse de Danilo Medina fue total o que como ocurre con la Tierra, el Sol y la Luna fue algo parcial y mejor aún: efímero.

Ojalá y al final no tengamos que concluir que como gran parte de los líderes que hemos tenido, él también se vea eclipsado por la ambición de poder y la voracidad de un anillo peor que cualquiera de los cuatro o cinco que tiene Saturno, o por ambas cosas a la vez.