El dólar no debe mortificar

Uno de los factores con el cual el común de nuestros conciudadanos mide si la economía dominicana lleva buena marcha o no, es la tasa de intercambio entre nuestro peso y el dólar norteamericano.

Esta convicción tiene sus raíces en aquella transacción en julio de 1947 mediante la cual Trujillo nos hizo creer que había saldado la deuda externa del país basado en la fortaleza que había adquirido el peso bajo su mandato dictatorial.

Con el pasar de los años desde la muerte del sátrapa, sucesivos gobiernos nos han alardeado mediante intensos bombardeos mediáticos, su capacidad de preservar el valor de intercambio de nuestra moneda, registrando la historia de cómo cuando el mismo descendió en una espiral de devaluación acelerada, dicho comportamiento acabó con los planes releccionistas de un gobierno democrático.

Desde 2004, la tasa de cambio, o de intercambio entre ambas monedas, peso y dólar, viene mostrando un índice aceptable, constituyéndose nueva vez en pilar del pregón de la estabilidad macroeconómica hasta el primer trimestre de este año, cuando la tasa ha alcanzado un ritmo inicial de devaluación que no se había visto en años recientes.

A esos fines construimos una tabla que recoge las variaciones en el tipo de cambio de nuestra moneda en los últimos diez años, pudiendo concluir claramente del promedio analizado, que las mayores variaciones acontecen en el primer trimestre del año y que luego en los siguientes 9 meses la situación disminuye sensiblemente.

Es así como 2016 cerró con una devaluación promedio cercana al 2.5 por ciento y 2017 del 3.35 por ciento.

De no ocurrir externalidades de importancia y el Gobierno controlar su ejecución presupuestaria disminuyendo el déficit fiscal esperado y por ende desacelerando el ritmo de endeudamiento, el país podría cumplir con la expectativa de una tasa promedio a lo largo de2018 del RD$50.17, con lo cual no tendríamos por qué mortificarnos tanto con las presentes variaciones cambiarias.