El dilema de loma Miranda es cómo sacarle mejor provecho

El dilema de loma Miranda es cómo sacarle mejor provecho

El dilema de loma Miranda es cómo sacarle mejor provecho

Los Algarrobos, La Vega.A Genaro Rodríguez le gustaría que lo nombraran guardacampestre de loma Miranda si finalmente la zona es declarada área protegida.

Total, pocos conocen mejor que él cada rincón, árbol, caño o afluente de estas tierras que apenas ahora empiezan a despertar la curiosidad de un país que tiene tres años debatiendo sobre su posible explotación minera.

Incluso, Genaro se entusiasma mucho más cada vez que escucha a los líderes de la Cooperativa Vega Real hablar a la comunidad sobre el potencial del turismo ecológico en la zona.

“¿Si la declaran Parque entonces Medio Ambiente tendrá que nombrar guardacampestre?”, pregunta inocentemente Genaro, dejando ver su esperanza de que esa sea una fuente de empleo formal de la que él y otros en la zona podrían beneficiarse.

La discusión

La discusión sobre la explotación de loma Miranda por parte de la Falconbridge (Xtrata-Niquel) pasa por una línea de subsistencia, en la que el contenido técnico es lo que menos les interesa a los que viven en las comunidades colindantes.

Tal es el caso de la comunidad de Los Algarrobos, que por generaciones ha vivido del agua que brota de loma Miranda, ya sea por sus escasas cosechas o por sus abundantes visitas al balneario conocido como “Acapulco”.

“Si nos dañan este río la gente de aquí no tendrá de qué vivir. Para la Falconbridge es muy fácil decir que se van a producir miles de millones de dólares, pero al pueblo, ¿qué le ha quedado de eso?”, indica Escalin Rodríguez, una promotora comunitaria.

Ella se refiere al río Jagüey, que nace en la parte suroeste de los terrenos que Falconbridge quiere explotar para la extracción de níquel y que luego bordea toda la loma cargado de un agua fresca y cristalina.

“No hay agua en botellita mejor que ésta”, dice Genaro dando un sorbo.

Promesas de no dañar

David Deveoux, gerente de Minas de la empresa canadiense, afirma que ese río sería protegido del proceso de explotación.

“El río se mantiene siempre a más de un kilómetro del área propuesta por la minera y se mantiene siempre al noroeste, alejándose cada vez más. Ahí no habría planta de procesamiento, no usamos químicos, el agua no tiene riesgos de que se formen aguas ácidas residuales”, indica Devoux.

Sin embargo, reconoce que su reto es la turbidez del agua y para eso también tienen promesas. Pero ese elemento es uno de los factores que más enorgullece a los moradores de la zona de su río y sus afluentes y Falconbridge no ha logrado convencer a muchos de los que allí habitan.

Oposición de Luis Carvajal

Luis Carvajal, de la Comisión Medioambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y quien durante años ha utilizado a loma Miranda como laboratorio para enseñar sobre especies endémicas a sus alumnos, casi se enoja, pero prefiere una sonrisa incrédula para rebatir ese tema.

“Es casi un pecado decir eso. Loma Miranda es parte de un sistema, donde la mayor parte de las aguas no es superficial, especialmente por la parte donde a ellos les gusta que vaya la gente a ver.

Este es un sistema que tiene en la superficial una roca limonita que está fuertemente fracturada, es una zona de mucha captación de agua.

No hay muchas fuentes superficiales de aguas, por eso usted, por esa parte, no ve ningún río, porque en esa zona el agua infiltra y ya en la parte más llana pasa a ser parte del río Jayaco que alimenta a la presa de rincón”, puntualiza Carvajal.

Presidente de Falcondo

David Soares, presidente de Falcondo, confiesa que una de las debilidades de la empresa ha sido que no ha comunicado bien a la comunidad sobre los alcances del proyecto y el impacto que pudiera tener sobre los recursos hídricos.

Explica que han invertido US$5 millones en estudios de impacto ambiental, pero que también han utilizado otros, hechos por el Ministerio de Medio Ambiente y el Instituto Dominicano de Recursos Hidráulicos (Indrhi).

En tanto, Devoux dijo que la minera asume el compromiso con la sociedad de salvar el agua y la calidad de la misma en la zona.

Luis Carvajal, sobre este aspecto, afirma que Falconbridge ha subvaluado los volúmenes de agua en loma Miranda y que además ellos no pueden impedir contaminar el acuífero.

Soares insiste en que el país será un gran beneficiario de la explotación minera, pues afirma que de los 6.4 mil millones de dólares que produciría el proyecto, unos 5.4 mil millones se quedarían aquí.

Genaro, el guía

Genaro Rodríguez no entiende mucho de discusiones técnicas, pero sí conoce bien loma Miranda y qué mostrarles a los visitantes que van atraídos por la curiosidad y el debate público que se ha suscitado.

Sus botas de goma, su franela verde y su gorra marrón con la leyenda de “Miranda, Parque Nacional”, hacen el primer cruce al río Jagüey justo en la parte conocida como Acapulco y al frente de su casa construida en madera y concreto.

“La casa me la ayudaron a reconstruir el padre Rogelio (Cruz) y la Cooperativa Vega Real. Vivimos decentemente aquí frente al río”, les explica a los periodistas

que, medio aventureros, han decidido recorrer el trayecto del río y sus afluentes “para que nadie les cuente”.
El inquilino y los ajuares son los que le ganan el calificativo de humilde a la vivienda, pues si la misma fuera propiedad de un citadino fuera una envidiable cabaña campestre.

Los caños de la loma

Para recorrer el río Jagüey hay que cruzarlo al menos cuatro veces. En el primero de ellos, el guía Genaro hace una parada para mostrar un caño que sale de la pared de loma Miranda.

Como ese mostrará otro doce caños, pero donde él toma una aire reverencial es cuando llega al lugar llamado como “La Llovedora”, una pared de roca sólida de la formación montañosa donde salen decenas de pequeños chorros de agua fresca y cristalina, que antes de caer al río forman una especie de cortina hídrica.

A un citadino que ya ha debido caminar más de lo acostumbrado le resulta difícil no hacer un alto para darse un chapuzón. El imaginario popular indica que en el pasado ahí se podía encontrar oro superficial, aunque todos se limitan a recoger lo que les han contado, ya que ninguno puede testimoniar que lo viera con sus propios ojos.

Toda una vida en Miranda

Carmen Bruno, de 75 años, nació y se crió frente a “La Llovedora” y se ha sumado a los esfuerzos de las organizaciones sociales para evitar la explotación minera de Falconbridge.

El imaginario tiene tanta fuerza que doña Carmen asegura que sus abuelos llegaron a ver indios y que recogían oro, aunque los últimos aborígenes que habitaron la isla desaparecieron en el siglo XVI, fruto de la explotación intensiva, que incluía la extracción minera, muy en especial en la zona comprendida entre lo que hoy son las provincias Monseñor Nouel, La Vega y Sánchez Ramírez.
La Majagüita

La zona tiene vestigios de que efectivamente en algún momento de la historia ahí vivieron indígenas, aunque es muy poco probable que los abuelos de doña Carmen Bruno los conocieran. En la montaña Guarey, que está al frente de loma Miranda, está la cueva La Majagüita, con 16 petroglifos indígenas.

Genaro ha recorrido el trayecto cientos de veces con grupos diversos. Ha desarrollado la capacidad de examinar a los exploradores para sugerirle por dónde retornar.

Una opción es por la parte sur de la montaña, que sale a la propiedad de Falconbridge, pero que es mucho más largo que retornar por donde vinieron.

“Conmigo no ha llegado ningún periodista hasta este punto”, le dice al equipo de EL DÍA y Telenoticias que realizó la travesía. A la mayoría los notaba agotados, pero faltaba el último empujón: llegar a la cima de la loma Güarey, desde donde se podía ver la corona de loma Miranda, justo la parte que la empresa minera quiere explotar.

Llegado a ese punto, a eso de las 4:00 de la tarde, loma Miranda se mostraba imponente y apacible, como si estuviera al margen del intenso debate que gira entorno a su destino.

De regreso

El grupo inicia el retorno y en el primer cruce, ahora en el arroyo Colorao, Genaro invita a darse un buen sorbo del agua que cruza entre las piedras. Se arrodilla, y con su mano lleva el líquido a la boca, acción imitada por todos para hidratarse.

Genaro los mira y les repite: “Esa agua es mejor que la de botellita, si quisieran la pudieran vender como Agua Miranda”.



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