El Día del Agricultor

El Día del Agricultor

El Día del Agricultor

El pasado 15 de mayo se celebró en el país, el «Día del Agricultor», digo celebrar, porque desde hace mucho tiempo valíamás la pena sufrirlo.

Y es que los aires “nuevos” de la Globalización y del Neoliberalismo, que impactaron toda América Latina, y que trajeron consigo el libre comercio y el aumento de las importaciones, vinieron a reforzar inexorablemente una tendencia pro-urbana de la sociedad, caracterizada por la concentración, y como consecuencia de ello, la acumulación de la deuda social creciente que se traduce en marginalidad, pobreza, inseguridad y desintegración del tejido social.

Es cierto que la agricultura y la ganadería han sido la fuente fundamental y originaria de la riqueza y el progreso de los pueblos. Con ella surgieron los excedentes y aumentaron las posibilidades de reproducción material y biológica de la vida.La invención del fuego, de la rueda, del alfabeto y de la agricultura y la domesticación animal han sido de los principales hitos de la humanidad, siendo este último la principal razón que motivara la sedentarización durante el Neolítico, proceso mediante el cual el ser humano dejó de ser nómada para asentarse y construir ciudades, dando origen a la humanidad como la conocemos hoy.

En la República Dominicana, como en todos los paises del mundo, la agropecuaria representó por la mayoría del tiempo, la fuente principal de riqueza.

Marx explicó hace muchos años que las relaciones de producciónpredominan por sobre las demás relaciones y determinan la Superestructura (determinismo económico);Asimismo, la agropecuaria, muy en especial la ganadería, el tabaco y la caña de azúcar, han forjado la identidad, la idiosincrasia, la cultura y la sociedad dominicana.

Con el paso del tiempo, así como una gran parte de los países del mundo, el paíspudo diversificar su economía y hacer repuntar otros sectores económicos que desplazaron a la agropecuaria en aporte al PIB.

Ese desplazamiento económico se produjo muy especialmente hacia el sector servicios, una gran parte de éste siendo intensivo en capital, por lo que no pudo absorbe la mano de obra del país. A su vez, una parte de estos subsectores de servicio se consumen en el país,  dependiendo de la generación de divisas localmente y por tanto limitados en su desarrollo por el deterioro de los demás sectores transables.

El sector agropecuario quedó rezagado por décadas, creciendo a tasas inferiores que las tasas del PIB. Todo esto ocurrió al amparo de un entramado de políticas públicas (fiscales, monetarias y de precios) que penalizaron la actividad agropecuaria para mantener precios bajos de los bienes salarios para que las ciudades estuvieran estables y para transferir recursos hacia otros sectores. También se penalizaron las exportaciones agrícolas con comisiones cambiarias, impuestos y sobrevaluaciones de la tasa con el objetivo de hacer migrar recursos a los sectores urbanos. Y bien que lo lograron.

La concepción pro- urbanista, no fue sólo una concepción del Gobierno, que hizo todo lo posible por abandonar la ruralidad a su suerte al invertir todos sus recursos en las ciudades, la concepción primó en toda la sociedad, que internalizó una modernidad asociada a patrones urbanos y muchas veces extranjerizantes.

Se dejó de ver la ruralidad, la tierra y el campo como un valor, y se comenzó a ver como el sinónimo del atraso, la incultura; esa parte atrasada de la sociedad que tenía que ser superada.

Cabe destacar que el proceso de urbanización y concentración se inició con el Modelo de Sustitución de Importaciones hacia los años 1950’s, cuando era necesaria la mano de obra para la naciente industria del país, pero continúa hasta hoy.

El Estado neoliberal agudizó el abandono del campo y desmanteló las políticas agropecuarias, esforzándose por convertir a las instituciones del sector en entelequias (CEA, INESPRE, IAD, CEDOPEC, INDOTEC, Bagrícola, INDRHI, SEA, etc), disminuyendo significativamente el gasto público en agricultura, disminuyendo hasta casi desaparecer (3%) el crédito agropecuario.

A esa malograda orquesta se unieron las ONG, las agencias internacionales, los partidos políticos, los centros de pensamiento, los medios de comunicación, pero sobretodolas Universidades, que se apresuraron a inaugurar escuelas de mercadeo, publicidad yadministración, que se convirtieron en las carreras de moda. Se unieron los hacedores de opinión que comenzaron a decir que «este era un país de servicios».Poco a poco cerraron o se debilitaron los centros de investigación y los programas de innovación en materia agropecuaria.

La Reforma Agraria quedó en el olvido y las poderosas exportaciones tradicionales no fueron más que relatos en los libros de historia.

¿Cuál fue el resultado de todo esto? La agropecuaria pasó de aportar un 40% del PIB en 1960 a aportar un 7% en 2013.

Muchos dirán que esa ha sido la tendencia del mundo entero, lo que no dirán es que en el mundo entero, el desarrollo de un sector no necesariamente constituye el deterioro o estancamiento de otro.

Lo que no dirán, es que el desarrollo de otros sectores económicos, representó la creación de nuevos puestos de trabajo que absorbieran la mano de obra que salía del campo.

Lo que no dirán, es que para lograr el equilibrio económico, el desarrollo industrial de las ciudades tendría que absorber la sangría de mano de obra que se desplazaría del campo a la ciudad, como efectivamente, no sucedió.

La consecuencia del modelo de desarrollo pro-urbano, que yo he llamado «urbanización forzada» ha provocado y provoca un éxodo hacia los polos urbanos del país, como producto de la falta de inversión pública y empleos en las zonas rurales. La migración urbano-rural, que se ha generado en el país, se complementa entonces con la migración haitiana que viene a sustituir al trabajador campesino.La misma situación de abandono del campo ha incentivado la sustitución de mano de obra dominicana e incentivado la migración, debido a que la producciónagrícola y pecuaria genera solo márgenes de subsistencia.

La gigantesca masa de trabajadores y trabajadoras que dejan sus campos para engrosar los cinturones de miseria y los barrios marginados de las ciudades (todas) se convierten en un ejército de reserva, que nos gusta llamar como “Economía informal” (56% de la PEA) que presiona hacia la baja los salarios urbanos.

La sociedad dominicana expulsa a sus ciudadanos de los campos, pero tampoco puede absorberlos ni integrarlos social ni económicamente en las ciudades. Por eso los niveles de desempleo en el país son estructuralmente altos (15%), mientras que para la juventud ascienden a un 30%.

Sin planificación urbana crecen los barrios periféricos y se reproducen como la verdolaga arrastrando males estructurales que después resulta muy costoso resolverlos, y siguen creciendo para engrosar una enorme deuda social acumulada en materia de vivienda, acceso a salud, sanidad, recreación, educación, transporte, seguridad y sobretodo empleo.

El modelo económico y social que hemos implementado y que se caracteriza por priorizar lo urbano sobre lo rural, nos está llevando a la ruina.

El Gobierno pasado fue clave para agudizar la tendencia de abandono del campo y de la ruralidad. Concentró el 98% de la inversión en la Capital y Santiago, hizo virtual a la política agropecuaria, permitió y prohijó cuantos desmanes quisieron sus funcionarios, pero sobretodo, patrocinó una poderosa Mafia de las Importaciones que llevó a la quiebra a miles de agro productores de todoslos sectores y de todo el país.

Pero, ¿quien dijo que todo está perdido? A pesar de los pesares, este es un paísbendecido por Dios y la Madre Naturaleza hasta tener agua, tierras fértiles y cultura productiva capaz de revertir ese modelo con suficiente ímpetu como para convertir esta media isla en una Potencia Exportadora como ya fue para algunos cultivos, y sigue siendo para productos tan importantes como el cacao orgánico, el banano orgánico y los cigarros.

El país produce mucho y es autosuficiente en arroz, pollo, cerdo, tomate industrial, huevos, plátano, yuca, carne de res, vegetales, carne de res, frutales y puede producir mucha más leche, ovicaprino, caña de azúcar, café, habichuelas, maíz, sorgo, cebolla, ajo, entre otros.

En ese escenario surgió la Confederación Nacional de Productores Agropecuarios como instrumento de cambio del modelo político y economico del país hasta conseguir la Soberanía Alimentaria.

Danilo Medina tiene una oportunidad brillante en sus manos para revertir el modelo económico centralizador por uno incluyente y descentralizado que cree riqueza y empleo en cada uno de los rincones del territorio nacional. Para eso se requiere una política agropecuaria adecuada, pero sobretodo, la voluntad para aplicarla, por encima de los intereses de los poderosos.

«Manos a la Tierra»

Pd: en la próxima entrega haré aportes sobre cómo debe ser esa política agropecuaria que instaure un nuevo modelo económico en la República Dominicana.



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