El territorio de la isla de Santo Domingo está compartido por dos países. Tanto la República Dominicana como Haití deben su estabilidad económica, política y social a diversos factores combinados.

En materia de seguridad interna y externa hay tropas militares dominicanas asentadas en la frontera y la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (Minustah), de manera doméstica, ha servido, a través del último quinquenio, para mantener un clima social que raya en la estabilidad, aunque con esporádicas convulsiones sociales.

Los últimos acontecimientos políticos ocurridos en Haití ponen en alerta a las autoridades dominicanas. Sobre todo luego de conocerse la noticia de que podría disminuir drásticamente la presencia de los agentes de la Minustah, con el retiro de las tropas de Uruguay.

El estado de alerta prudente por parte de las autoridades dominicanas tiene sentido.

Tenemos de vecino un país amigo y la confianza entre los dos gobiernos ha tenido momentos de avenencia muy importantes para llevar al más alto nivel las relaciones bilaterales. Ambos gobiernos tienen el compromiso de mantener este clima de cooperación.

Afortunadamente, el presidente haitiano Michel Martelly ha dado muestras de que hace todo lo posible para que no se degrade el clima político de su país.

Cuenta con el apoyo de la Organización de Estados Americanos, pero necesita más apoyo. El apoyo de las fuerzas políticas internas de Haití para asegurar, como ya se ha dicho en foros internacionales, la continuidad institucional, la gobernabilidad democrática y el estado de derecho.