El cardenal y el papa Francisco no se parecen

El cardenal y el papa Francisco no se parecen

El cardenal y el papa Francisco no se parecen

Su discurso es un salivazo incendiario, enérgico y rabioso, cuando se trata de los pobres, de grupos que intentan reivindicaciones o de los haitianos. Un misil de agravios, donde si conviene la coyuntura, puede llevarse de encuentro a periodistas, funcionarios del gobierno y al Presidente mismo. No importa, si justifica su repulsión profesa a pobres y negros. No importa, total, no son más que “chusmas” como llamó una vez a sindicalistas y trabajadores.

Sus erupciones e incontinencias arrebatadas no tienen límites. Le vale madre si arrastra en su lodo, a pastores protestantes o a sacerdotes de su propia iglesia que no se bañan en las turbias aguas del poder. Esas son sus aguas. Muestras y botones hay muchos a lo largo de su “reinado”. La increpó contra el Reverendo Ezequiel Molina, llamándolo “bobo”, por su “pecado capital” de cuestionar los altos beneficios de su iglesia católica a través del Concordato.

Pero su procacidad no se limita a sus “adversarios” religiosos, y su lava insultante remolca hasta el atrio de la plaza a sus propios correligionarios. Y ahí ante el foro público de su odio endiosado caen los llamados “curas de la base”. Los que contrario a él comulgan con los pobres, hicieron verdaderos votos por la gente que defendió Jesús. Y entonces viene el destierro de sacerdotes comprometidos. El padre Pedro Riquoy confinado a un lejano país de África porque defendió los pobres de la frontera, a Rogelio lejos de su Cristo Rey, a Regino y al padre Serrano intenta anularlos allá “donde no hiedan”. Todos tienen en común, que se llevan mejor con pobres y desvalidos. Todos tienen en común, que han sido insultados, vilipendiados y descalificados por él.

Sus coincidencias son coincidentes. Es coherente en sus actitudes y alianzas. Es  más fácil arremeter contra samaritanos canadienses que construyen viviendas para pobres dominicanos y haitianos que trabajaron toda su vida enriqueciendo al Estado y a los ingenios privados. Pero nunca, nunca usted le ha escuchado amenazar al Central Roma o al Grupo Vicini que también han construido viviendas para aliviar la carga a sus trabajadores “ilegales” haitianos. No, a ellos bautiza y les oficia misa en su catedral.

Y nunca dijo nada contra el nuncio pederasta Josez Wesoloswki, hasta que sus actos lujuriosos salpicaron sus manos y salió del país en silencio…su  silencio cómplice. En fin, el Cardenal y el papa Francisco no se parecen.

*Tony Pichardo

Periodista



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