Educación y Desarrollo

Educación y Desarrollo

Educación y Desarrollo

Cada vez más la educación está en el centro de los propósitos de desarrollo social, económico y político. Desarrollo, democracia, crecimiento espiritual y humanístico de los pueblos quiere decir educación. Para que haya educación en esa perspectiva, tiene que haber proyecto de nación democrática, prospera y soberana. Pero para que haya nación democrática, prospera y soberana tiene que haber educación pública de calidad y amplia cobertura.

Educación de calidad entendida como aquella que se orienta a la formación integral de los seres humanos. La que desde una perspectiva humanística de real desarrollo procura formar personas y profesionales cuestionadores de su realidad, amante de su cultura, sus tradiciones, costumbres y valores. La que procura la formación de hombres y mujeres en condiciones, no sólo de operar  tecnología sino también de crear aquellas que sean apropiadas a su realidad social, material y natural  

La que puede motorizar el desarrollo, es aquella educación que promueve la formación de seres humanos con visión y capacidad transformadora, conscientes de la realidad en que se desenvuelven, de la historia y los procesos sociales en general. Aquella educación que armoniza la apropiación de una cultura general abundante, con la adquisición de competencias y destrezas que faciliten la profundización en áreas específicas, la que desarrolla la inventiva y la aptitud creadora.

El ser humano se encuentra en el centro de la actividad económica: es agente y meta a la vez. La educación contribuye al desarrollo económico por todo lo que les aporta al hombre y a la mujer, en la doble calidad de individuo y miembro del cuerpo social.

A pesar de lo complejo que resulta cuantificar su aporte, existe un amplio consenso respecto a que la educación es indispensable para lograr desarrollo económico, social, político y cultural. Una política educativa puede convertirse en la fuerza impulsora del desarrollo económico y social cuando hace parte de una política general de desarrollo y, cuando ambas se aplican en un marco nacional e internacional propicio.

Para que la educación pueda jugar ese papel clave, es preciso vincularla a las políticas de desarrollo. Ese vínculo supone la toma de decisiones sobre el desarrollo socio-económico que se desea impulsar, sobre el tipo de sociedad que se quiere construir, y consecuentemente, definir el encargo de la educación a promover. Sólo la educación puede proporcionarles a los ciudadanos y ciudadanas, los elementos indispensables para comprender y actuar en la sociedad, para cambiar en la medida que lo hace el mundo, sin buscar una adaptación al presente sino una anticipación del futuro.

Pueden haber otras, pero la gran diferencia entre los países que han alcanzado un alto nivel de desarrollo y bienestar, y los que seguimos sumido en la pobreza y el primitivismo, entre los que producen ciencia y tecnología y los que hacemos el papel de consumidores, entre los que han construido una democracia de ciudadanos/as y los que vivimos en una democracia caricaturesca es justamente la inversión desplegada para financiar la ejecución de políticas educativas pertinentes, orientadas a cualificar sus recursos humanos.  

La razón por la cual la República Dominicana aparece en los peores lugares en materia de calidad de la educación, lo que hace del nuestro un sistema educativo excluyente, inequitativo y con poca pertinencia es la ausencia de voluntad política de la clase dirigente, para asumir la educación como uno de los medios apropiados para alcanzar el desarrollo; eso a su vez explica la pobre inversión que históricamente se ha hecho en este sector. Este año por ejemplo, además de asignarle un presupuesto muy precario se le recortó dos mil 109 millones de pesos a la educación preuniversitaria, mientras las perspectivas para el próximo año indican que tendremos un presupuesto similar al de los 90  

Estamos emplazados a decidir qué es lo que queremos ser en los próximos 20 o 30 años. Si optamos por proponernos pasar de un país fundamentalmente consumidor, a  un país fundamentalmente productor, si queremos dotar al país de una amplia plantilla de hombres y mujeres en capacidad de hacer ciencia, de producir tecnología, si queremos construir una democracia de ciudadanos/as, explotar racionalmente nuestro potencial productivo y preservar nuestra cultura, necesitamos sin mas dilación, invertir recursos para financiar políticas educativas efectivas orientadas a cualificar nuestros recursos humanos.  



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