Duarte crucificado y resucitado

Duarte crucificado y resucitado

Duarte crucificado y resucitado

Hacemos memoria, y celebración del 203 aniversario del nacimiento de Juan Pablo Duarte, fundador de la República Dominicana, por ser el líder intelectual, el estratega político de la acción por la independencia, el forjador del vínculo de la patria con lo místico, el motor de las voluntades para la acción visionaria de la patria dominicana, contagiando a los elegidos, y derrotando y anulando a los esclavos del pesimismo y la desesperanza, venciendo la tiranía de los intrusos que invadieron nuestro territorio, tomaron el poder, y nos sojuzgaron por 22 años, llenando de violencia sangrienta, oscuridad, humillaciones y oprobios la conciencia nacional. (Por obra del mismo Dios que animó a Duarte, hemos perdonado y tenido compasión con nuestros verdugos de antaño, y no les hemos pagado con la misma moneda.

Pero la mayoría de los dominicanos los hemos perdonado sin que pidan perdón, y sin arrepentimiento la obra ha quedado incompleta. Por ello es fácil ver que allá hay más odio que aquí).

Hoy exaltamos la memoria de DUARTE CRUCIFICADO
Y RESUCITADO.

Duarte inmortal. Duarte glorioso.
Duarte modelo de patriota.
Duarte modelo de político.
Duarte modelo de ciudadano.
Duarte honrado, honesto y transparente.
Duarte hombre de fe, honor y libertad.
Duarte defensor del bien común.
Duarte fundador de la República.
Duarte traicionado. Duarte perseguido. Duarte desterrado.
Duarte empobrecido. Duarte solitario.
Duarte que experimentó el “Dios mío, porqué me has abandonado”.
Duarte clavado en la bandera nacional con “Dios, Patria y Libertad”.
Duarte mártir. Duarte modelo de sufrimiento redentor.
Duarte una sola vida, una sola cara.
Duarte justo. Duarte cristiano.
Duarte idealista. Duarte espiritual.
Duarte de carne y hueso. Duarte alma nacional.
Duarte crucificado y resucitado. Duarte jamás morirá
Los paradigmas que dieron nacimiento a la República pueden ser actualizados, pero no sustituidos. Sería como arrancar las raíces del árbol de la vida republicana y de la nación, y destruir los cimientos mismos de nuestra historia.

Sería como en la fe, cambiar el Evangelio para interpretar a Jesús.

Borrar a Duarte, y a los padres y próceres de la Patria, o reinterpretarlos en acomodo de intereses comerciales o imperiales, de creencias e ideologías, o de conveniencias oportunistas de políticos para mantener el poder, jamás.
No enterremos el tesoro de la vida nacional. No hundamos la isla.
Viva Duarte. Viva la República Dominicana.

*Por D. Darío Vargas



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