Domingo Savio, quiero estar equivocado, pero no creo

La idea de una transformación urbana de los barrios que están en las márgenes del río Ozama me seduce, aunque soy de los que mira con escepticismo esa posibilidad. Ojalá estar equivocado, pero no me parece.

Ahora viene una tal URBE a dar algo de esperanza, a querer convencernos de que es posible y en ese proceso se involucra a un señor rico que pareciera solo busca satisfacción personal.

Se plantean mejoras urbanísticas para hacer habitable lo que puede ser habitable y ejecutar un plan de salida de los que viven donde no se puede vivir. Así empieza a parecer factible el plan.

Pero aun no sé qué creer, pues en nombre de la pobreza muchos ricos se han hecho más ricos y muchos pobres han querido hacerse ricos.

Cuenta URBE que entre los que están protestando por no ser desplazados hay personas que construyeron 19 viviendas en la zona inhabitable luego de que se anunciara el proyecto, es decir, después del censo que se hizo en 2016. ¿Cómo considerar a esas personas?

También están unos que se hacen llamar propietarios que construyeron ranchos a la orilla del río para alquilarlos a personas que no tienen ni en que caerse muertos.

Entonces me pregunto, a quién debe proteger el Estado, entre el inquilino que es el que realmente vive en la zona vulnerable o el que construyó ranchos en terrenos que no son de ellos para negociar con el alquiler y que hoy se llama “propietario”.

URBE se ingenió pagarles solo las mejoras a esos propietarios que viven en zonas más seguras y alquilan las ranchetas que levantaron en terrenos que no son de ellos y compensar a los inquilinos para que puedan reubicarse.

Parece lógico, pero olvida URBE que todos tenemos intereses, aun los que dicen ser “voz de los sin voz”.

Aun sigo dudando que el proyecto se ejecute, pues en nombre de los pobres y la pobreza se hacen muchas bellaquerías que impiden que realmente se beneficien los pobres.

Quiero estar equivocado, pero no me parece.