Dogmas repensados y pragmatismos desechados

Dogmas repensados y pragmatismos desechados

Dogmas repensados y pragmatismos desechados

Carlos Salcedo.

Los patrones de autorregulación, las vías eficientes de retroalimentación ciudadana, los protocolos de conducta del funcionario público y el mejoramiento de los servicios públicos hacen que los sistemas políticos sigan respondiendo, unos más que otros, a las expectativas de la población.

Lo ideal es que estos funcionen de manera descentralizada y con miras a cumplir con las metas programáticas del Estado.

Pero el progreso no es una línea recta. Como toda obra humana tiene sus interrupciones y retrocesos si los sistemas políticos no adoptan las mejores prácticas y herramientas disponibles a su alcance.

Muchos afirman que el futuro de los partidos políticos no está en ellos.

La verdad es que actualmente tanto liberales como conservadores políticos no tienen respuestas a los problemas nacionales ante el incremento exponencial del nivel de complejidad de la sociedad, esencialmente por el proceso de revolución tecnológica en el que estamos inmersos en la actualidad.

El momento es de dogmas repensados y de ideologías sin pragmatismo desechadas.

Las dos principales fuerzas sociales del pensamiento moderno colectivo son los progresistas, que afirman que el cambio–evolución para mejorar- es necesario, y los conservadores, que dicen que apegados a nuestras tradiciones institucionales el desarrollo continuará.

Liberales y conservadores son agendas separadas, asumiendo un desacuerdo basado no en los valores que deben prevalecer, seguridad, libertad y prosperidad.

Esa disconformidad entre agrupaciones políticas deriva de un entendimiento distorsionado de la realidad.

Por ejemplo, estos pueden estar de acuerdo en que la desigualdad debe ser erradicada, sin embargo, no coinciden en qué tanta desigualdad realmente existe.

También pregonan la libertad. Unos dicen que la libertad de empresa debe prevalecer y otros que el medio ambiente debe ser más importante.

Lo verdadero es que los valores sociales propuestos en nuestra Constitución promovidos para el bienestar de todos no están uno por encima del otro, sino que se encuentran al mismo nivel.

Los sistemas políticos se encuentran siempre entre la disyuntiva de conservar la continuidad de las cosas como están y la generación de progreso. Usando la razonabilidad reduzcamos la distancia abismal que existe entre el Estado que queremos y el que tenemos.



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