He escuchado a intachables periodistas de televisión comentar su horror ante la muerte a manos de policías de más de doce ciudadanos en los últimos días. Su genuina indignación habla bien de su calidad humana.
Tal como dicen, la vida humana es sagrada y aquí no hay pena de muerte.
Sin embargo, me parece que igual o peor horror e indignación debería ocasionar que un número aún mayor de inocentes dominicanos muera por la rampante delincuencia.
Ayer mismo unos bandidos de esos que mueren en “intercambios de disparos” mataron a dos policías.
Y de entre los asesinados por agentes del orden, uno sólo tenía 36 expedientes de asesinato y robo.
Cristianamente es injustificable aceptar que la criminalidad sólo se combate matando a presuntos delincuentes, aunque después de muertos resulten que tenían decenas de fichas. Pero mientras nos civilizamos o mejora la Justicia, ¿nos vamos a dejar matar?