En enero pasado “Hoy” publicó una encuesta preguntando: “¿Está de acuerdo o no con que los padres de menores de edad que ingieran bebidas alcohólicas sean encarcelados?”.
La mayoría respondió que sí. Quizás la pregunta debió ser distinta, pues encarcelar a los padres cuyos hijos de 15, 16 o 17 años beban alcohol significaría habilitar los estadios como cárceles…
En la pasada Navidad, leí sobre niños chiquiticos intoxicados porque su papá o mamá les dieron alcohol; el fin de año 65 niños fueron internados en hospitales por esa causa.
En un país donde se bebe más “romo” que leche, tenemos que estar vigilantes por los estímulos y permisividad ante los peligros del alcohol, especialmente en épocas como la Semana Santa, en que corren más las bebidas que la espiritualidad.
