Este día de cábalas y suertes raras, ¡zafa los temas serios! Mejor recordar la magnífica idea de un amigo ingenioso, dentista y pintor.

Queríamos colonizar, revolucionar e independizar la Saona. Todo comenzó en medio de efluvios etílicos pero fue tomando cuerpo hasta que alguien recordó que la Constitución impide al Estado desprenderse de cualquier pedacito de tierra por inútil que parezca.

Pues entonces hagamos un principado, dijimos, bajo tutela dominicana; sin independencia pero con autonomía.

La idea lucía excelente hasta que otro contertulio propuso: “¡La guerra! Declaremos la guerra a los gringos! Como “The Mouse that Roared”! Sólo México no ha mejorado tras pelearse con los americanos. Miren a Japón, Alemania, Iraq… ¡Hasta la difunta URSS es hoy más próspera tras ser vencida en la Guerra Fría!”.

La bélica propuesta lucía imbatible. Podríamos combinar ambas: “secesionar” la Saona, declarar la guerra a Puerto Rico y provocar una “intervención” dominicana…

Según anda el mundo, motivos no harían falta, sólo ganas. Al final, aparte de conseguir prosperidad y buen Derecho, ¡no harían falta visas!