De Balaguer puede decirse muchísimo, desde verdades feas hasta mentiras bonitas, pero jamás negar su genialidad política.

Por ejemplo, una vez ante una huelga del transporte concedió razón a los sindicalistas y salió discurseando casi como jefe del paro.

Otra faceta era su apasionamiento defendiendo los bosques. Recordé esto al ver el viernes como el Ministerio de Medio Ambiente ha reaccionado ante la denuncia documentada de la Fundación Puntacana acerca de la destrucción de las reservas forestales en la sierras del suroeste, mayormente por inmigrantes haitianos dedicados a fabricar carbón.

Dice el Ministerio que contrario a lo que está a la vista, los bosques sureños han aumentado; “asigún” cómo determinen esto puede que sea cierto.

Pero también es verdad que hay montada una industria clandestina de tumba y quema para exportar carbón vegetal hacia Haití.

Nos amenaza la catástrofe de igualar nuestros montes al erial desastrado que han producido nuestros vecinos.

¿Acaso no conviene más al gobierno, al Estado, a los ciudadanos, admitir el grave problema y combatirlo unidos patrióticamente?