Al celebrarse hoy 55 años del ajusticiamiento de Trujillo el tiempo va difuminando el horror de la dictadura y abrillantando los pocos aspectos positivos que tuvieron aquellos 31 años ignominiosos.

De partida debemos recordar que todo lo bueno logrado por Trujillo, como la organización del Estado y el saneamiento de las finanzas públicas, pudo haberse logrado bajo gobiernos democráticos y sin su oprobio vesánico; la mejor muestra es cuánto hemos avanzado en los últimos 31 años sin dictadura.

Hoy muchos insensatos pretenden demeritar a los héroes del 30 de mayo, porque fueron trujillistas o porque su humanidad y debilidades eran muy evidentes.

Pero, ¿puede cualquiera sugerir algún heroísmo que requiriera más timbales y abnegación que ofrecerle a la patria la muerte del tirano? Izquierdistas anacrónicos insisten en menospreciar los héroes del 30 de mayo mientras resaltan como adalides libertarios o paladines democráticos a revolucionarios que proponían convertir esta república en otra Cuba.

Ese desenfoque mayúsculo quizás explica tanta confusión, apatía y desinterés político entre muchísimos dominicanos. Están “jartos” de oír disparates.