El domingo (¿o el sábado?) fue “día del abogado”. Recientemente, el expresidente de la Suprema Corte, Jorge Subero Isa, opinó sobre la necesidad de mejorar la formación universitaria, y dijo: “La formación del profesional del Derecho debe ser una preocupación constante, constituir un estilo de vida.
El abogado debe preocuparse por estar formado para enfrentar los retos que día a día le presenta un mundo que exige respuestas claras a los avances científicos y tecnológicos que requieren de un marco legal y jurídico consistente y seguro”.
Mucho podrá decirse sobre el tema, pero un amigo economista y tocayo me expresó recientemente una frase muy realista:
“A muchos, aunque la universidad los gradúe, la vida los quema”. Aparte de competencia y destreza, cualquier servicio que se preste incluirá tanta integridad y transparencia como exija el mercado o sociedad en que se opere. Que muchos abogados, periodistas, médicos y demás, de documentada mediocridad, sean “exitosos” demuestra cuán poco exigente y podrida está nuestra sociedad…