El futuro nunca sería el mismo si supiéramos cuál va a ser. Los expertos en teoría de juegos –no de canicas o pelota sino complejidades aleatorias— dicen que hay predicciones que no se alteran por cuanto digan los augures, como el meteorólogo que asegura lloverá mañana: el cielo y las nubes funcionan ajenos a influencias tales.

La bolsa de valores, en cambio, varía su curso según cada predicción, pues cada interesado pretende adelantarse a los sucesos esperados.

La política funciona mucho como esta segunda clase de evento, pues lo que se prevé sería el futuro da forma al presente e influye en los acontecimientos.

Pocos amigos de Leonel Fernández creían hace tres años que el panorama electoral sería el actual; pero el círculo íntimo del Presidente Medina sí. Un parrafito no alcanza para un análisis comparando el determinismo, las serendipias y cómo interviene la chepa. Pero esto nadie lo predijo y quizás por eso pasó. ¡Ah, el Balaguer que llevamos dentro!