Luis Abinader, talentoso y carismático, aparenta ser el líder de la oposición, aparte de único candidato con posibilidad de disputarle al PLD la presidencia dentro de diez meses. He dicho por televisión que Abinader podría resultar un gran presidente, pero no el año próximo.

Lo que luce un liderazgo serio en ciernes, bien analizado, resulta como dijo Churchill una vez de la difunta URSS: un enigma envuelto en un acertijo adentro de una adivinanza. Porque, ¿aparte de anti-peledeista, qué o cuáles ideas representa Abinader? ¿Quiere gobernar para continuar las políticas de don Hipólito Mejía? ¿Desea presidir el país por mandato de empresarios temerosos de una hegemonía neo-boschista?

¿Posee compromisos con fuerzas foráneas cuyo interés en nuestra política migratoria colide con el bien patrio? ¿Descontinuará las políticas educativa, de obras públicas y social del PLD? ¿Bastarán diez meses para desmontar el avasallante poder político del clientelismo morado? A ver a ver, como dijo Balaguer (y no vio nada)…