Cada vez que sale de contrabando un saco de carbón vegetal para el mercado haitiano, el país no se empobrece sólo por la depredación del bosque.

Por su ilegalidad, la tumba de montes y operación de hornos clandestinos para fabricar carbón es una “empresa” que no paga impuestos, cuyos obreros no cotizan al seguro social ni a nada, cuyos propietarios corrompen a militares y autoridades civiles para hacer su vil negocio.

Tras talar los bosques, nadie les exige reforestarlos ni asumir ninguna responsabilidad social. El Gobierno, los ciudadanos, las iglesias, los ecologistas ni los políticos, ninguno de los habituales sospechosos, ¡ninguno! dice “esta boca es mía”…

El área total de montes depredados por carboneros cada dos o tres meses, en la sierra de Bahoruco, en Los Haitises, en la Línea Noroeste, es mayor que ese afortunado punto llamado Loma Miranda, en Bonao. Si la loma hablara, quizás dijera: “Más vale caer en gracia que ser gracioso…”. ¡Unjú!