El jardinero de casa es un muchacho tranquilo, de nombre Félix, eficiente y respetuoso. Acostumbra llegar temprano, hacer bien su trabajo y es servicial. Nunca le he oído quejarse de nada, ni siquiera de asuntos personales en ocasión de pedir algún favor o permiso.
El lunes pasado, Félix no había llegado a trabajar y nos extrañamos pues siempre llega unos minutos antes de su hora de entrada y saluda con una de sus pocas sonrisas diciendo “buen día”.
Temimos que algo le hubiera pasado. Al llamar a su familia, confirmamos el temor: la noche antes dos asaltantes que le robaron un viejo y casi inservible teléfono celular lo habían apuñalado en el estómago y dejado por muerto.
Ocurrió a prima noche cuando llegaba a su casa en La Ciénaga. Se salvó milagrosamente cuando le llevaron a un hospital donde fue operado de emergencia. No conozco a nadie a quien la ola de violencia delincuencial no le haya picado cerca…