Todos los países de Latinoamérica tienen un déficit en la cobertura del suministro de agua potable. El déficit sube a un porcentaje tal que ninguna nación del continente logró cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio; y eso, naturalmente, incluye a la República Dominicana.

Una situación de crisis muy sensible, y que está en consonancia con las precariedades que arrastra el mundo, que cuenta todavía con alrededor de 783 millones de personas que no tienen acceso a agua limpia.

En el Día Mundial del Agua, que celebramos ayer, queremos llamar la atención a una mala práctica entronizada en los campos agrícola de varias provincias del Cibao, y que consiste en la fertilización de los suelos y la fumigación de cultivos con productos químicos tóxicos, porque se trata de actividades agrícolas que contaminan las aguas subterráneas y ponen en peligro la calidad del preciado líquido en esa zona.

Afortunadamente, la República Dominicana es uno de los países de la región del Caribe con mayor potencial hídrico. Esta realidad no debe llevarnos a una situación acomodaticia y velar cada día por más y mejores políticas de protección ambiental.

Nuestra condición geográfica, que nos vincula a un país vecino pobre y con recursos naturales muy menguados, debe llevarnos a la reflexión y el cuidado extremo en el consumo del agua potable y para fines agrícolas.