Todavía es costumbre decir que la juventud es la esperanza del país, que los jóvenes constituyen el mejor activo con que cuenta la nación, que representan el futuro y, más aún, que sobre sus hombros descansa el desarrollo del país en las próximas décadas.
Todo eso es verdad, pero ¿qué significa ser un joven en la República Dominicana? Para una inmensa mayoría se resume en haber terminado una carrera universitaria, con la esperanza marchita, ya que pasan los años y no logra insertarse en el mercado laboral.

Muchos de esos jóvenes ven en este día otro día más de sus vidas. Otro día que transcurre llevándose por delante sus sueños, sus más caros anhelos de darle a su familia la oportunidad de una mejor calidad de vida.

Un día más donde sus esperanzas se ven sujetas a políticas públicas y discursos que no logran cumplir un cúmulo de promesas, entre ellas, crear fuentes de empleos y ofrecerles el primer salario digno.

En esa medida crece el ejército de trabajadores informales, los que por su labor y trabajos en calles y avenidas del país no son dignos de ser llamados emprendedores, lo que realmente son, porque no llenan los esquemas que, modernamente, tiene esa palabra.

En este día felicitamos a los jóvenes dominicanos, a todos los que apuestan a un futuro mejor y se abrazan a los estudios, y terminan una carrera técnica o una profesión.

Algo que hacemos convencidos en que, más temprano que tarde, hallarán su gran oportunidad.