No pasa un día sin que algún grupo de ciudadanos recurra a sus derechos para protestar por una cosa u otra, pero para protestar al fin y al cabo.

Y hacen bien.

Los periódicos impresos o digitales, las emisoras radiales y los noticiarios de televisión vienen preñados de protestas por las más diversas causas, protagonizadas por personas que ejercen la libertad de expresión y reclaman lo que consideran sus derechos humanos.

Insisto en que eso está muy bien y el día en que ello no sea posible estaríamos cuesta abajo hacia una dictadura.

Ahora bien, si queremos preservar la frágil democracia que hemos alcanzado, debemos estar conscientes de que todo derecho genera deberes y que con los mismos bríos que sabemos exigir lo que nos corresponde, nos toca cumplir nuestros deberes, empezando por respetar y hacer respetar el derecho ajeno, como dijo Benito Juárez.

Peleemos, pues, por nuestros derechos; quememos gomas en plena calle, desfilemos con pancartas, hagamos marchas, mítines y cacerolazos… pero al mismo tiempo revisemos la Constitución y las leyes para conocer y cumplir nuestros deberes ciudadanos.

Conociendo la Constitución y haciendo uso de la libertad de expresión es la mejor manera de tener autoridad moral para exigir que se respeten nuestros derechos.

Si queremos moños bonitos, tenemos que aguantar jalones.