Entre las ley de partidos, la cuestión del financiamiento de los mismos, la transparencia de las elecciones, la fiscalización de los fondos públicos, y prácticamente todos los temas relacionados, se anuncia que su solución es cuestión de leyes. ¡Como si no tuviéramos suficientes leyes!

La democracia no es cuestión de leyes, no se democratiza una sociedad con leyes, por el contrario, es la democracia la que en su desarrollo busca nuevas legislaciones para formalizar su práctica.

La democracia es una experiencia cultural, una visión antropológica, una búsqueda del diálogo y sumar el mayor grado de consenso para construir espacios sociales con equidad y justicia.

Quienes se quejan de la falta de democracia en los partidos políticos o los órganos del Estado, deberían ver lo que pasa en la mayor parte de los hogares dominicanos, juntas de vecinos, clubes deportivos y hasta en el seno de muchas iglesias, donde el autoritarismo es la norma y la sagacidad maquiavélica derrota al reconocimiento de la dignidad de los demás seres humanos.

Enemigos de la democracia son la codicia, el suponer que unos seres humanos son superiores a otros, fantasear con que algunos están llamados a dirigir y otros a obedecer, o que el diálogo es un signo de debilidad. No hay ley que frene esas patologías.

La democracia se construye como formación de hogar, como experiencia en la escuela, como reconocimiento de la dignidad de los demás, como vivencia de liderazgos que promuevan los intereses de la comunidad. Luego se hacen las leyes.