Democracia, justicia electoral y “foro público”

Democracia, justicia electoral y “foro público”

Democracia, justicia electoral y “foro público”

Luis García

El político británico Winston Churchill solía decir que la democracia, en su esencia, era la necesidad de doblegarse, de vez en cuando, a las opiniones de los demás; lo que, en una sociedad dominicana, excesivamente politizada, resulta difícil por parte de los actores políticos.

La democracia exige de tolerancia y de aceptación de las normas y las decisiones institucionales y jurisdiccionales.

En el caso de la organización, la administración y la justicia electoral, la práctica en la República Dominicana ha sido que cuando no se está de acuerdo con una decisión en la materia, se recurra al descrédito de jueces y funcionarios electorales.

Los ejemplos de críticas de actores interesados, algunas con intenciones destructivas de la moral, sobran.

FroilánTavárez, Manuel Rafael García Lizardo, Leonardo Matos Berrido, Manuel Ramón Morel Cerda y Roberto Rosario, entre otros miembros de la Junta Central Electoral (JCE), estuvieron en el “foro público” en sus respectivos momentos. En igual situación, quizás peor, han estado los salientes jueces del Tribunal Superior Electoral (TSE), John Guilliani, Mabel Féliz, José Manuel Hernández Peguero, Marino Mendoza y Mariano Rodríguez.

Nadie puede asegurar que, al momento de salir de sus posiciones, los actuales incumbentesde ambos órganos no sean víctimas de maquinaciones y llevados también al “foro público”, que contrario a como sucedía durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, que se difundía por Radio Caribe, ahora cuenta con una complicidad más amplia a través de las redes sociales.

Situaciones de ese tipo parecen más acentuadas en la República Dominicana, aunque forman parte de la cultura política de la región. Al efecto, el cientista político DieterNohlen ha dicho que “en América Latinaes imperioso tomar en cuenta que la justicia electoral no es un oficio rutinario dentro de una democracia establecida basado en una sociedad con fuertes raíces democráticas, sino una agenda en un proceso dinámico vacilante en el contexto de una cultura política generalizada no concordante con los principios éticos que están insertados en el concepto normativo”.

Hay que conferir mayor valor a la democracia dominicana, transformándola. Robert Dahl, quien fuera profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Yale, dijo que la democracia puede ser inventada y reinventada de manera independiente y dondequiera que se den las condiciones adecuadas; y esta ha existido en tiempos distintos y lugares diferentes.

Desde los inicios de la democracia, siempre ha estado vinculada a los ciudadanos y ciudadanas, es decir, al pueblo. Luego de muchos siglos de evolución, hoy en día ese poder que se atribuye al pueblo se ejerce a través del sistema de democracia representativa, en el cual los partidos políticos juegan un papel de primer orden, porque son los responsables de presentar la mayor parte de las candidaturas a los puestos electivos.

Los partidos y las agrupaciones de la sociedad civil deben asimilar la idea de que los órganos electorales deben dar soluciones a los conflictos, en sus respectivos ámbitos, conforme a la ley, no en función de las decisiones políticas extra jurisdiccionales.
¡Digamos adiós al foro público mediático!



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