Demanda de diálogo

Demanda de diálogo

Demanda de diálogo

El país cuenta con múltiples sectores, sobre todo de la vida económica, que son ágiles en solicitar la reapertura del diálogo cuando se trata de intereses que inciden en sus propios negocios de manera sensible. Normalmente son proclives a respaldar diálogos entre gobiernos, como es el caso de las conversaciones en suspenso de los gobiernos de República Dominicana y Haití.

Se trata de los mismos sectores que, más que buenas relaciones entre ambos países, buscan que se normalice la situación para seguir contratando mano de obra barata, de ciudadanos a los que les niegan un contrato regulado, por quienes no pagan seguridad social, y a quienes suspenden de sus puestos de trabajo antes de que cumplan el tiempo reglamentario para que alcancen la categoría de empleado fijo.

El respaldo al diálogo es mejor que contratar a dominicanos en distintas empresas. Claro, pagándoles un salario digno y dándoles garantías laborales de acuerdo a la necesidad que tiene un trabajador de elevar su calidad de vida; y que de esa forma haya más alimentos en la mesa de su familia, más recursos para la diversión, para la salud; más y mejores libros para la lectura.

El contraste está en llamar al Gobierno a mantener abiertos los canales de diálogo con Haití, cuando lo propio no se logra, a la hora de sentarse en una mesa de discusión el Gobierno, los empresarios y los representantes de los trabajadores dominicanos.

Un exceso de sensibilidad por un lado y una actitud completamente distante cuando se trata de dignificar las condiciones laborales de los trabajadores dominicanos. Sobre todo, la actitud de cerrazón e indiferencia, a la hora de discutir un alza en el salario mínimo.



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