Delincuencia y tránsito

Delincuencia y tránsito

Delincuencia y tránsito

El dominicano suele ser muy estable en su estilo de vida. Pocas cosas logran alterárselo.

Desde hace más de una década el país disfruta de cierta estabilidad económica, lo que ha garantizado cierto sosiego, aunque se mantiene la inevitable inconformidad por la distribución de las riquezas generadas cada año y que se refleja en el crecimiento del Producto Interno Bruto.

La corrupción administrativa apenas empieza a inquietar a una parte de la población, especialmente en los niveles medio y alto.

Se puede afirmar que el proselitismo político es parte de lo habitual del dominicano, por lo tanto este elemento tampoco altera su cotidianidad.

Sin embargo, dos factores sí están alterando el estilo de vida de los dominicanos. Están trastornando su modo de ser y de actuar.

Se trata de la delincuencia y el caos en el tránsito.

El dominicano está renunciando a las actividades nocturnas, las cuales van desde reuniones familiares o con amigos, asistir a eventos, centros de diversión, actividades comunitarias o simplemente ir a actividades religiosas por temor a la delincuencia.

Muchos ya ni duermen tranquilos en sus casas ante el fundado temor de que delincuentes penetren a sus hogares para robar, con el consiguiente peligro para la vida propia y de la familia.

El tránsito es un caos. El ciudadano tiene que destinar varias horas al día a recorrer distancias cortas en las urbes debido al incumplimiento de las leyes de tránsito o el irrespeto de las señales de tránsito, ante la mirada impasible de las autoridades del ramo.

Ahí tenemos dos retos para preservar parte del estilo de vida de los dominicanos.



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