Deforestación y delincuencia

Deforestación y delincuencia

Deforestación  y delincuencia

Roberto Marcallé Abreu

Como ciudadano, considero que el presidente Medina debe hacer sentir su determinación en problemas en los que es preciso se asuman directrices muy claras, porque a medida que pasan los días la indignación pública crece hasta extremos que pueden erosionar de manera grave la paz pública.

Uno de ellos está relacionado con la deforestación y la destrucción de nuestros ríos. Los vídeos y fotografías que diariamente se publican son estremecedores. Constatar de manera directa la situación en todo el país lo es mucho más.

De hecho, enfrentamos una descarada anulación de los esfuerzos que se han realizado históricamente para preservar el hábitat de esta parte de la isla.

El criminal tráfico de carbón, a favor del Estado colapsado del oeste en desmedro de la República Dominicana, es realmente alarmante.

El deterioro del caudal de nuestros ríos, a consecuencia de la extracción indiscriminada de materiales, está fuera de control. ¿Qué se espera para hacerle frente a esta criminal depredación?

Debo decir, refiriéndome al tema de la delincuencia, que nadie puede negar los esfuerzos que realizan las autoridades. El accionar de la Policía, la implementación del 911 y la presencia de soldados en las calles son evidencia fehaciente de estas iniciativas.

No obstante, es preciso que el Presidente interceda sutilmente con los senadores y diputados para que se apruebe ya mismo el Código Procesal Penal que aumenta las penas e introduce modificaciones en una legislatura que, en la actualidad, favorece al delincuente y hace cada vez más inseguras nuestras calles.

Es preciso que la Policía y el Ministerio Público coordinen, como se hace en todos los países organizados, la elaboración de los expedientes, a fin de que no haya asidero para poner en libertad a conocidos transgresores de la ley con el alegato de la “falta de pruebas”.

La Policía, a su vez, no puede tratar con paños tibios a criminales y desaprensivos que se han apropiado de las calles. Pero no se debe actuar a la ligera.

Es preciso que se acuda de manera sistemática a las facilidades digitales para identificar al delincuente. El ciudadano debe ser tratado con respeto y protegido por las autoridades.

El rigor, todos coincidimos en ello, debe dirigirse a quienes atentan contra la paz y la seguridad de la ciudadanía. A quienes atentan contra la naturaleza y el medio ambiente.

Sicarios, asaltantes, ladrones, escaladores, violadores, narcotraficantes, depredadores de los bosques y los ríos deben ser apresados, sometidos a la justicia y condenados a largas penas de cárcel.

Debe entenderse, y creo que así lo concibe la mayoría de los ciudadanos, que existe o debe existir colaboración de los diferentes estamentos de la autoridad. Reitero, en este sentido, la necesidad de que el presidente Medina sume a sus esfuerzos la llamada o la advertencia oportuna a fin de enderezar situaciones que ponen en entredicho la correcta marcha del gobierno en su conjunto.



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