Decálogo para enemigos

Decálogo para enemigos

Decálogo para enemigos

A quienes se definen como mis enemigos –algunos desde tribunas mediáticas y otros situados en mentideros de menor perfil- quiero compartirles ciertas condiciones que me he impuesto para seleccionar a mis adversarios.

Una vez expuesto el siguiente decálogo, sabrán ustedes, queridos lectores, que no vale la pena aceptar como enemigos a simples sujetos resentidos, rumiantes de sus derrotas, que no generan valor agregado al intelecto ni convocan a la reflexión. Mi enemigo debe:

1.-  Poseer un pensamiento organizado, no ser ágrafo ni padecer patologías sicolingüísticas.

2.- Tener una cota mínima de bagaje cultural.

3.- Detentar  algún nivel de liderazgo y reconocimiento en su ejercicio profesional.

4.- Ser exitoso en sus emprendimientos (social, político, empresarial, profesional).

5.-  Cultivar la capacidad de síntesis (no hay cosa peor que un enemigo con incontinencia verbal).

6.- Ser capaz de improvisar frases geniales, que fulminen y sean citables.

7.- Reflejar personalidad, firmeza y valentía cuando expone sus ideas, creencias y valores.

8.- Ser capaz de convencer por la robustez de sus argumentos y no porque hable más alto o se desgañite hasta terminar en un destemplado concierto de gallos.

9.-  Mostrar sagacidad para afrontar el ataque y una capacidad de respuesta rápida que auspicie el debate.

10.- Asumir con responsabilidad sus puntos de vista y renunciar a propalarlos a través de terceros bajo la lógica de “la gatita de María Ramos”.

Que algunos  rebuznen en mi contra –mencionando o no el nombre de quien suscribe- no ganan el derecho a ser mis enemigos, sin importar las sandeces que pronuncien en su histérica carrera de ofensores de micrófonos o violadores de la inocencia del papel.

En realidad son pocos mis enemigos, pues ellos no me seleccionan. Por el contrario,  yo los escojo. “Odiadores” y envidiosos tengo muchos,  pero los ignoro. No vale la pena tomarlos en cuenta, ni citarles bajo ningún concepto. No hay necesidad de hacer marketing gratis en favor de gente opaca, sin valor. Un enemigo mal elegido puede dañar nuestra imagen.



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