De verdades ajenas

De verdades ajenas

De verdades ajenas

Hace poco aprendí que la verdad no siempre tiene la razón. La pierde en el mismo instante en que no respeta a quien no comparte esa opinión. El fanatismo me asusta, mucho, incluso el fanatismo positivo, ese que dice hacer el bien.

Cruzar límites enarbolando una verdad es peligroso, porque no todo justifica todo. Todavía se torna más agresivo cuando esa verdad viene en masa, esos grupos de personas que creen deben imponer esa “verdad” para salvar a otros. Muchas veces esos otros no necesitan ser rescatados, solo escuchados y respetados.

No es justo imponer a los demás aquello que creemos que es lo correcto. Puedes mantenerte firme en tus convicciones, dialogar sobre ellas, explicar el por qué las defiendes y vivir tu vida en base a ellas. Pero pierdes toda esa razón en el instante en que comienzas a juzgar a quien no piensa como tú, criticas, atacas e incluso agredes para lograr un cambio. Así no.

Admiro mucho a aquellas personas que son capaces de transmitir una idea sin imponerla. Razonan, emocionan, describen, dan pros y contras, comparten, respetan y simplemente son sinceros. Suelen lograr cambios en los demás, pero si no lo hacen, no les importa, siguen creyendo profundamente en sus principios, pero dejan fluir al resto del mundo. Me fascinan las diferencias, creo que nos nutren y nos hacen mejores seres humanos.

Y que conste que hablo de creencias y principios básicos porque son los que conforman nuestra humanidad . No puedes gritar a los cuatro vientos que eres buena persona cuando solottt respetas a quien piensa como tú.

Y tampoco puedes creer que las verdades son absolutas porque sin la capacidad de salir, aunque sea por instantes, de ese caparazón y escuchar siempre verás el mundo como tú quieres, no como realmente es.



Etiquetas