De ética militar y obediencia selectiva

De ética militar y obediencia selectiva

De ética militar y obediencia selectiva

Patricia Solano

El 21 de diciembre de 1963 el frente guerrillero de Manaclas, comandado por el líder del Movimiento 14 de junio, Manolo Tavárez Justo, sacó banderas blancas y se rindió.

El triunvirato que gobernaba de facto había prometido respetar la vida a los guerrilleros si se entregaban a las tropas del Ejército, sin embargo, no cumplió. Rendidos, Manolo Tavárez y sus trece compañeros fueron fusilados.

Ahora que los hijos del líder catorcista llevan a la Justicia al general Ramiro Matos, comandante de la operación y por tanto responsable de los fusilamientos, militares que le defienden justifican el hecho alegando que Matos cumplía órdenes superiores, y que hacerlo era su deber, un argumento aplastado por todos los convenios existentes sobre ética militar.

La Convención de Ginebra de 1949 prohíbe matar o herir a un adversario que se rinde o está fuera de combate, pero además, cumplir órdenes superiores es un argumento hoy día inaceptable en tribunales de derechos humanos.

En América Latina ya son muchos los precedentes de militares que alegaron órdenes y hoy cumplen condenas por crímenes de lesa humanidad, Aquí en el país lo de “cumplir con su deber” ha sido bastante selectivo, sobre todo en ese año, 1963. Si los militares son tan cumplidores, ¿por qué entonces derrocaron el gobierno de Juan Bosch? ¿Cómo justifican haber violado tan groseramente la Constitución?

Matar prisioneros alegando obediencia queda muy mal ante la existencia de otros que, estando en la misma situación, se negaron dignamente a cumplir órdenes de esa clase. No solo se negaron, sino que hasta desertaron antes de cometer crímenes amparados en decisiones de superiores.

República Dominicana ha tenido militares de esa estatura; guardias que se convirtieron a sí mismos en superiores cuando eligieron no matar a hombres que ya estaban bajo control como prisioneros.

La querella de los hijos de Manolo Tavárez contra Ramiro Matos cuestiona la ética militar de un grupo que se ve en desventaja moral cada vez que surge el ejemplo de quienes en la misma situación decidieron respetar la vida. El contraste coloca a cada cual en el tamaño real que le otorga su conducta, su huella de vida.

Que sepan los militares que una acción criminal puede ser cuestionada, aún si se cometió bajo órdenes superiores, no importa si ello ocurre 50 años después.



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